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Bienvenido/a a este blog, que nace, con el año 2012, como vehículo para la transferencia y divulgación del conocimiento, particularmente en materia de turismo. Como complemento:

-He aquí el documento resultado de casi cinco años (2010 a 2014, 55 artículos) escribiendo cada mes en HECONOMIA, con análisis y propuestas para el turismo provincial: https://www.dropbox.com/s/oblyls2fi3tov7g/HEconomia_2010_2014_55_articulos.pdf?dl=0

-Los 12 artículos de la sección EL MURO del diario Huelva Información (año 2015): https://www.dropbox.com/s/sqlyhbqu1hc7if1/ElMuro_HI_2015.pdf?dl=0

-Y las múltiples colaboraciones en Hosteltur: https://www.hosteltur.com/comunidad/usuario/vargas

Además, en la siguiente URLs encontrará más, mucho más, sobre mi actividad académica (mi legado): https://padlet.com/alfonsovargassanchez/cvm56nauhvrhsnua

Y lo más importante: ¿aún no conoce Huelva? Descúbrala en el siguiente enlace y en la presentación que sigue: http://www.turismohuelva.org - https://www.dropbox.com/s/8ada1ku91qtoknc/AunNoConocesHuelva.pps?dl=0

miércoles, 7 de agosto de 2019

TURISMO: NUEVA FÓRMULA HACIA LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL

Si no limpias no consumirás agua ni productos químicos (de limpieza) y serás, así, más respetuoso/a con el medio ambiente. O sea, ser sucio = ser sostenible, según este planteamiento de algunas empresas de alojamiento del sector. ¿Locura o Hipocresía?. Más abajo encontrará la respuesta.

DEL LOW COST AL LOW COST PLUS

Siempre han existido, y existirán, empresas que decidan competir conforme a la ecuación costes bajos/precios bajos. El mensaje es simple: cómpreme a mí porque lo que yo le ofrezco es más barato que otras opciones que pueda encontrar en el mercado para un determinado bien o servicio. No obstante, para poder competir con eficacia con una estrategia de este tipo se necesitan determinados recursos y aptitudes, así como ciertos requisitos organizacionales, que posibiliten altas cotas de eficiencia, es decir, que permitan apretarse el cinturón sin perecer en el intento de tener que soportar márgenes, en principio, relativamente estrechos.

Esta forma de competir, conocida en la literatura académica como estrategia de liderazgo en costes o de coste global mínimo, se ha popularizado como el fenómeno “low cost”, que en la industria turística tuvo (y sigue teniendo) su exaltación suprema en las aerolíneas europeas a partir del caso Ryanair (y antes la Southwest Airlines en USA). Como es habitual, su éxito ha llevado a la imitación y hoy tenemos empresas turísticas “low cost” por doquier, en cualquiera de sus subsectores. Parte del crecimiento espectacular de la demanda turística en las últimas décadas (con sus efectos positivos -empleo, actividad económica- y negativos -impacto ambiental, masificación extrema en los destinos más populares-) tiene que ver con este fenómeno, que ha “democratizado” el transporte aéreo y el acceso a otros servicios (alquiler de coches, determinados tipos de alojamiento, etc.). También ha cambiado el perfil de los segmentos turísticos, haciéndolos más borrosos, pues al aplicar menos recursos en ciertos capítulos de gasto se pueden aplicar más en otros.

Ahora bien, por lo que se observa en las intenciones y comportamientos de algunas empresas, estamos transitando hacia un modelo de negocio que supone una vuelta de tuerca más del referido modelo “low cost”: es el que me permito denominar como “low cost plus”. Sirvan un par de ejemplos:

-El de algunas compañías aéreas que, contrariando los principios de la ergonomía conforme a lo que la ciencia de la antropometría nos dice en cuanto a las proporciones y las medidas del cuerpo humano, tienden a acortar cada vez más el espacio entre asientos (hasta poner en riesgo la salud, diría) para poder incrementar el número de pasajeros (”enjoy your flight”, nos dicen); incluso llegando a proponer el asemejar un avión a un autobús, con pasajeros que viajen de pie para poder meter aún más gente, eso sí, con un precio del billete más bajo (y mayor beneficio empresarial, claro).

-O, más recientemente, el de hoteles que, en ese proceso de desmembrar el producto y reducir precios y costes, ofrecen, no ya el que el cliente pueda elegir entre incluir o no el desayuno (que asumimos como normal, igual que pagar por una bebida o comida durante un vuelo), sino la limpieza de las habitaciones. Le hacemos un descuento a cambio de no limpiar la habitación, con buena acogida, según podía leerse hace unos días: https://www.hosteltur.com/130376_clientes-que-renuncian-a-la-limpieza-de-la-habitacion-la-cosa-va-en-serio.html

Como modelo de negocio se entiende (el “low cost plus”, digamos), pero el sarcasmo viene cuando lo justifican “con el fin de avanzar hacia el turismo sostenible”. O sea que, ahora, para ser respetuosos con el medio ambiente hay que ser cutres (por no decir guarros) y, además, olvidarnos de que la limpieza no tiene por qué ser un derroche de agua y productos químicos: puede hacerse de un modo mucho más "sostenible" (que se lo pregunten a las sufridas “kellys”, de las que no solemos acordarnos). Cuando se manosea tanto una palabra, ésta pierde su sentido.

Es muy probable que este modelo “low cost plus” se extienda, porque parece evidente que tiene su público, pero los gestores de los destinos deberían reflexionar acerca de sus consecuencias. No quiero imaginarme un destino defendiendo sus bondades en términos de sostenibilidad ambiental con este tipo de argumentos. O vendiendo la exclusividad (el turismo de calidad) del mismo con este tipo de contradicciones: no se puede mezclar el aceite con el agua.

Dejemos a un lado la hipocresía y agarremos en serio la bandera de la responsabilidad. A menudo se echa de menos un posicionamiento ético ante el turismo, en el que no todo debería valer, aunque muchos lo acepten. La voracidad cortoplacista de ciertos operadores y sus lobbies no tiene límite si el poder público no se los marca, ejerciendo su papel, como hemos comprobado muy recientemente en el caso del derrumbe de un puente medieval, en Bélgica, para que puedan pasar los cruceros.

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