jueves, 18 de enero de 2018
LOS FOROS EMPRESARIALES PRE-FITUR
Los dos días previos al inicio de la edición de este año de Fitur se han caracterizado por sendos foros empresariales de gran interés, organizados por Hotusa y Exceltur, cronológicamente. Más allá de sus respectivas denominaciones genéricas (innovación turistica y liderazgo turistico), ambos han tratado de temas de gran calado para el sector, poniendo el acento en temas especialmente sensibles, en estos momentos, para los empresarios hoteleros, como los casos de turismofobia, la exacerbada e incontrolada proliferación de viviendas turísticas, los límites (o no) al crecimiento y los grandes desafíos derivados de las nuevas tecnologías, incluido el análisis del enorme caudal de datos de que son portadoras. Todo ello, y más, con la firma de los primeros espadas de organizaciones empresariales de primera fila y de las Administraciones públicas, lo cual les confieren un eco muy notable.
El ambiente que se ha respirado ha sido, nitidamente, de satisfacción y optimismo, tanto por el balance general que ya se puede hacer del ejercicio 2017 y los récords que ha traído consigo para el turismo español, como por las previsiones que se manejan para el año que acaba de arrancar, sin perjuicio de las cautelas propias de incertidumbres políticas, tanto internas como externas, y de saber afrontar con rigor la gestión del éxito (es decir, de la abundancia) en eras de la tan reclamada sostenibilidad de nuestro modelo de desarrollo.
Más allá de factores coadyuvantes exógenos que hayan podido ayudar, es claro que hay razones para sentirse orgullosos de haber logrado construir una industria puntera en el mundo, íntimamente ligada a la marca España. Las oportunidades hay que saber aprovecharlas, y así se ha hecho.
Con todo, y como no puede haber espacio para la autocomplacencia, me atrevo a significar algunos aspectos que he echado en falta, aparte de la cuestión organizativa, en ambos foros, de haber abierto un espacio de participación para que los asistentes pudieran contribuir con sus comentarios y preguntas a los ponentes (muchos, diría que demasiados, algunos comunes en ambos, y con muy poco tiempo para poder desarrollar sus ideas, lo que impide una mayor profundidad del discurso).
*En un contexto en el que los avances tecnológicos están siendo tan espectaculares como rápidos y disruptivos, España sigue acumulando un muy acusado deficit en l+D+i respecto a nuestros más directos competidores. Sólo oí a un ponente, de una empresa tecnológica, alzar la voz en este sentido, pese a ser tan crucial para seguir manteniendo la posición de liderazgo alcanzada en competitividad turística. Esta ha de ser una llamada de atención muy sobresaliente desde una visión estratégica del sector, que nos retrotrae a nuestras históricas barreras culturales para aplicarnos a la tarea de innovar: el atávico «que inventen ellos» de D. Miguel de Unamuno.
*Las referencias, de todo punto sensatas, a la necesidad de adaptar la formación (me aplico particularmente lo que corresponde al nivel de educación superior) a los nuevos requerimientos tecnológicos de las empresas, nos lleva a poner de manifiesto otro caballo de batalla que no debería quedar difuminado, también por su carácter estratégico: un país líder mundial en la industria turística que no cuenta con universidades y centros/institutos de investigación en turismo de referencia en el mundo. Ni se ha sabido ver ni se ha apostado en tal sentido por quienes han tenido la responsabilidad en esta materia. No deja de ser paradójico cuando se trata de la primera industria del país, aunque guarda relación con el punto precedente.
*Es comprensible, y justo, que los empresarios hoteleros demanden su protagonismo en los sistemas de gobernanza del turismo, a través de partenariados público-privado. Arriesgan sustanciosas inversiones y ayudan significativamente a cualificar los destinos. Pero ello no nos debe hacer olvidar que dentro del ecosistema turístico hay muchos más agentes a los que también hay que dar su lugar, y que esos sistemas de gobernanza no pueden dejar fuera a las comunidades locales receptoras de los flujos turísticos. Es lo que algunos, entre quienes me incluyo, hemos llamado pppp: public-private-people partnership. Aún más ahora, en un contexto de casos cada vez más numerosos de reacciones adversas ante el «overtourism», una alianza amplia con la sociedad se antoja como imprescindible en aras de la sostenibilidad social (la p de people). Hasta diría que el hotelero debe entender que, en general, ya no es el centro del universo turístico (de la experiencia turística), y actuar en consecuencia si quiere proyectarse con acierto en lo que está por llegar, incluidas las nuevas generaciones (millennials y Z).
*El posicionamiento estratégico hotelero en el llamado turismo de calidad (turismo de mayor poder adquisitivo) deja abierto un flanco (diría que cada vez mayor) para otras formas de alojamiento más asequibles para el presupuesto de todos aquellos que, queriendo viajar, no pueden permitirse según qué niveles de precios o sencillamente no quieren pagarlos porque buscan experiencias de otro tipo. Por tanto, no estaria demás una reflexión más profunda acerca de las razones del boom de esa oferta alojativa alternativa, más allá de la palanca de las plataformas digitales de la (mal llamada) economía colaborativa y su falta, hasta ahora, de regulación y control. La observación y comprensión de esta dualidad del mercado (high-end vs low-end) resulta también fundamental. Ya que han venido para quedarse, además de la opción de combatirlas está la de abrazarlas e incorporarlas, con todas las garantías, a una cartera segmentada de productos.
En suma, las referencias a estos dos muy interesantes foros que podrían ser objeto de reflexión son muchas, pero dejo aquí cuatro botones de muestra de perfiles que, a mi juicio, merecerían mayor abundamiento y hasta un tratamiento monográfico.
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Publicado en Hosteltur el 16-1-18
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