miércoles, 5 de diciembre de 2012

CALIDAD Y DIFERENCIACIÓN DE LOS PRODUCTOS TURÍSTICOS

Hace unos meses  Exceltur publicó su barómetro de la rentabilidad y el empleo de los destinos turísticos españoles correspondiente al primer cuatrimestre del 2012. Lo primero que me llamó la atención es que la provincia de Huelva no aparece entre los destinos vacacionales, señal de la poca importancia que nos dan. Me parece injusto, y pienso que nuestros representantes empresariales deberían reivindicar que existimos ante una organización que también es de la patronal.
Donde sí aparecemos es entre los destinos urbanos, en referencia a la ciudad de Huelva. Acompañando los malos resultados que conocemos a nivel provincial, los datos que ofrece este informe de Huelva capital tampoco son halagüeños: mientras que el empleo turístico total descendió un 3% de media en los destinos urbanos, en la ciudad de Huelva bajó un 10’6%; mientras que los ingresos por habitación disponible bajaron, por término medio a escala nacional, un 3’8%, en Huelva lo hizo un 13’8% (siempre comparando el referido cuatrimestre con el del año anterior).
La crisis nos pasa factura, qué duda cabe, pero en estas circunstancias nos cabe apelar, como dijo Albert Einstein, a que “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
Esa lucha, me permito añadir, debe hacerse con inteligencia, sabiendo hacia dónde se mueve este tan apasionante como complejo mundo del turismo. Algunos vectores de su dinámica evolutiva que debemos tener bien en cuenta son los siguientes:
1.-Estamos en un entorno hipercompetitivo en el que hay un exceso de oferta y la calidad no garantiza la diferenciación. La calidad hay que entenderla como condición necesaria, pero no suficiente.
2.-Sólo con la calidad no saldremos de nuestra condición de “commodity”, es decir, de producto indiferenciado en el que el precio es la variable clave, y casi única, en la decisión de compra. Esto nos sitúa en clara desventaja, dadas las perennes carencias en cuanto a infraestructuras de transporte y comunicaciones que padece la provincia en su conjunto, que no dejan de ser, en definitiva, un sobrecoste (el tiempo es dinero).
3.-Necesitamos generar experiencias únicas, auténticas, que emocionen y se graben en la mente del viajero (turista o excursionista) como algo digno de recordar y de recomendar a otros. Y aquí lo que necesitamos, sobre todo, es sacar todo el jugo posible a nuestra creatividad y capacidad emprendedora, porque recursos idiosincrásicos tenemos, y muchos (ligados a nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestros modos de vida, nuestra naturaleza y paisajes, etc.).
4.-Más allá de lo experiencial, de lo sensorial, del carácter innovador de nuestros productos, tenemos que ser capaces de transmitir valores que conecten con la gente. Hemos de ir al conocimiento de la raíz profunda que moviliza a las personas y que nos permitirá satisfacer (o sobrepasar si es posible) sus expectativas. Esto es lo que nos conducirá a la diferenciación, a ser percibidos como diferentes (no sólo a serlo).
5.-Como corolario de este razonamiento, llegamos a un nuevo concepto del marketing, más humano y social, en el que la capacidad de interactuar con el cliente es clave, no sólo para conocerlo mejor, sino para crear los productos con él, no sólo para él. El manejo de las interrelaciones es una pieza clave del éxito.
En definitiva, todo esto requiere un modelo organizativo que inspire estos valores desde su base. Y aquí es donde principalmente fallamos. Aún nos encontramos con un sector turístico demasiado desestructurado, que inhabilita para crear una mente o comprensión colectiva (compartida) de lo que buscamos. Necesitamos generar esa capacidad para organizarnos y un liderazgo que proyecte claridad y consistencia en las acciones. Ahí es nada.
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Publicado en HEconomia el 4-12-12.

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