...hasta el 30 de septiembre de 2022...lo antes posible con la legislación actual. Duro aceptarlo, la vocación me ha impulsado durante años a resistirme y a seguir buscando, pero he concluido que ya no hay expectativa de mejora, al menos significativa. Probablemente era una búsqueda imposible, una batalla perdida antes de empezarla dadas las circunstancias, esas a las que se refería D. José Ortega y Gasset, y mis principios (irrenunciables per se).
¿Cuánto falta? No veo la hora...
Ojalá sea la puerta de entrada a una nueva vida, con nuevas ilusiones. En la actual, éstas desaparecieron hace años: la experiencia me fue abriendo los ojos. Una vida dedicada al trabajo académico, con algunos logros, sí, pero con muchas decepciones y aspiraciones insatisfechas. Quizás algún día escriba sobre ello. Seguiré esforzándome hasta el último día para cumplir honestamente con mis obligaciones, pero ya no por ilusión, sino por profesionalidad: por dentro, lo que se siente es muy diferente. ¿Es alegría? Lamentablemente no.
Comienza un nuevo año académico, el trigésimo tercero para mi (uff...cómo pasó el tiempo) y, por decisión propia, "sólo" quedan tres más, espero, pues no atisbo ninguna oportunidad que pueda revertir la marcha de los acontecimientos y deparar el ansiado soplo de felicidad profesional: el realismo agotó esta esperanza. Simplemente, reiteraré mis disculpas por mis errores y limitaciones, al igual que mi gratitud, y me iré en silencio. Nunca conviví bien con la hipocresía, con la falsedad. Comienza mi última «legislatura».
Lamento que te sientas así, Alfonso.
ResponderEliminarYo también Rocío, yo también. Cuando eres inconformista y quieres seguir creciendo como persona y como profesional, cuando has sido educado para mirar siempre hacia arriba, el no poder dar más, desde la convicción de no haber desarrollado todo tu potencial, es frustrante. Y creo lo que escribí: ya se pasó el arroz. Gracias por escribir.
ResponderEliminar