lunes, 5 de noviembre de 2018

EL FIN DEL TURISMO TAL Y COMO LO HEMOS CONOCIDO

No es la primera vez -empezando por aquel "Café con Ciencia" de 2013 titulado "El Turismo: la ciencia al servicio del arte de hacer soñar"- que me presto a desarrollar alguna actividad en la Semana de la Ciencia en Andalucía. Me resulta grato compartir con los jóvenes que pronto llegarán a la universidad y con sus profesores, que tan encomiable labor realizan, este espacio de divulgación del conocimiento científico, en mi caso dentro de la esfera económico-empresarial en general y del turismo en particular. Creo que es socialmente útil.

El año pasado comencé una serie con el título genérico de EL FIN DEL TURISMO TAL Y COMO LO HEMOS CONOCIDO, con el propósito de aportar una mirada prospectiva al turismo de nuestro tiempo, conectando la realidad en que vivimos con las tendencias de cambio que están operando en la principal industria a escala global.

La conferencia de hace un año llevaba el subtitulo de  INTELIGENCIA Y SOSTENIBILIDAD, al haber sido declarado 2017 por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, en el marco de su Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, enfatizando de este modo el potencial del turismo para ayudar a alcanzarlos.

Y la de este año 2018 se ha enmarcado dentro del Año Europeo del Patrimonio Cultural. Así fue decidido por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea, bajo el lema "Nuestro Patrimonio: donde el pasado se encuentra con el futuro". Es por ello que el subtitulo en esta ocasión ha sido DEL TURISMO CULTURAL AL TURISMO CREATIVO. 

Patrimonio Cultural y Turismo Cultural están íntimamente unidos, siendo que también en este caso debemos observar el sistema turístico y sus dinámicas de cambio a partir de la consideración del patrimonio cultural como recurso atractor que vertebra su oferta en virtud de su capacidad para conectar con y movilizar a su público objetivo.

Ese público objetivo, el turista, está en continua evolución: nuevas tecnologías, nuevas generaciones, nuevos modos de vida, nuevos significados para el tiempo de ocio, motivaciones mezcladas, búsqueda de nuevas experiencias…así hasta un decálogo. El turismo exclusivamente de sol y playa hace tiempo que dejó de ser el centro de la arquitectura del turismo del siglo XXI; el turismo cultural fue la nueva ola, inicialmente orientado a ver, contemplar, admirar el patrimonio, y que ahora adopta un carácter experiencial reforzado que confiere al turista un rol no pasivo, sino activo, de interacción con el lugar, con su cultura, con las personas que allí viven y son depositarias de la misma; un turismo que ofrece al visitante la oportunidad de desarrollar su potencial creativo a través de la participación (activa) en experiencias de aprendizaje idiosincrásicas, es decir, propias del lugar de que se trate y, en esa medida, únicas; un turismo hecho no sólo para la gente, sino con la gente, que proporciona al turista una conexión con quienes residen en las comunidades receptoras y dan vida a la cultura local cada día. Este es el llamado turismo creativo, o turismo naranja (el turismo también tiene colores).

La Red de Ciudades Creativas, que tiene su origen en 2004 bajo los auspicios de la UNESCO, es un punto de encuentro de ciudades que han colocado la creatividad y las industrias culturales en el corazón de sus planes de desarrollo. Esa red, extendida por casi todo el mundo, abarca siete campos creativos: Artesanía y Artes Populares, Diseño, Cine, Gastronomía, Literatura, Artes Digitales y Música. Asimismo, y con un carácter más específico, la Red de Turismo Creativo es una organización internacional creada en 2010 con el objetivo de fomentar el turismo creativo en todo el mundo.

Ambas son oportunidades que en la provincia de Huelva podrían tener su aplicación, como así lo han entendido en Andalucía las ciudades creativas de Sevilla y Granada (la primera en el campo de la música y la segunda en el de la literatura), al igual que la de Lucena (en la provincia de Córdoba), aunque ésta en el campo específico del turismo creativo. En suma, más importante que el destino en si mismo, es lo que las personas pueden hacer en él y, por tanto, el tipo de personas que somos capaces de atraer.

Como colofón, si el año pasado traté de mostrar las potencialidades del turismo para construir un mundo mejor (más sostenible), en esta oportunidad he intentado transmitir la capacidad del turismo para hacernos mejores personas, desde las oportunidades de aprendizaje que ofrece en cada punto del planeta. El turismo como vía para reforzar nuestras capacidades, para abrir nuestra mente a otras culturas que hemos de saber valorar y respetar, para ser más tolerantes, para transformarnos y hacernos mejores. Sólo con mejores personas podremos construir un mundo mejor, y el turismo puede ayudar mucho: su valor no es sólo económico. Es importante que esto se entienda. 

Del mismo modo, una sociedad virada hacia el turismo (y la española y andaluza lo son) debe ser una sociedad educada para el turismo: lo necesita, y para eso también sirven eventos de divulgación como éste.




Fotografías del día de hoy, 5 de noviembre de 2018, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Experimentales, campus de El Carmen, Universidad de Huelva.

2 comentarios:

  1. Buenos días Alfonso:
    Respecto al turismo cultural, me gustaría echaras una mirada a esta app y pag web que mentorice hace unos años y que ha ido creciendo.

    VirTimePlace, Turismo Virtual App https://play.google.com/store/apps/details?id=com.arketipomm.virtimeplace&hl=es

    https://www.virtimeplace.com/es
    Tambien creo que el cliente de turismo cambia y que hay que ir adaptándose y dandole mas calidad y mas fácil para que disfrute de su tiempo de ocio.
    Un abrazo

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    1. Gracias por tu comentario, Fausto, atinado como siempre. Una app con mucho potencial. Gracias también por compartirla. Abrazo.

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