miércoles, 3 de abril de 2019

EL MANTRA DE LA DINAMIZACIÓN

Es una palabra recurrente en el vocabulario político de los últimos tiempos en la ciudad de Huelva. Cada vez que comerciantes, hosteleros… de una determinada zona ponen de manifiesto sus apuros económicos, o los medios de información reflejan los problemas de supervivencia y los cierres de negocios, la palabra mágica que han encontrado es la dinamización, ya sea del Centro, de la Isla Chica, de los mercados o, ahora, del Paseo de la Ría.

Sin entrar en las particularidades de cada caso y de los problemas que puedan existir (que existen) desde el punto de vista de la oferta, el problema principal aquí, en general, está en la demanda: Huelva es una ciudad empobrecida con una población en lenta pero paulatina caída y que envejece. Quien lo desee podrá encontrar más detalles en: https://alfonsovargassanchez.blogspot.com/2018/06/algunos-indicadores-de-la-ciudad-de.html

Supuestamente, con esas acciones de dinamización (tampoco entraré aquí en sus características) se persigue atraer gente al foco que se pretende dinamizar y, así, propiciar un mayor gasto en comercios, bares, cafeterías, restaurantes…

El volumen total de gasto es determinado por dos variables: el número de personas y la capacidad de gasto de éstas. En nuestro caso, la consecuencia de este permanente parcheo dinamizador es la alteración del reparto de la tarta existente: quienes pasen a consumir en el Paseo de la Ría dejarán de consumir en el Centro; quienes se sientan atraídos por el Centro desde la periferia, comprarán más allí pero dejarán de hacerlo en la Isla Chica u otras barriadas. Es una mera transferencia, porque la capacidad de gasto de quienes residen en la ciudad es la que es: el margen de maniobra (gastar más y ahorrar menos) es muy estrecho en estos tiempos. Básicamente, es como un juego de suma nula: lo que se gasta más en un sitio y/o en un determinado momento del tiempo se gasta menos en otro.

En la medida en que nuestros gobernantes sigan planteando estas llamadas acciones de dinamización desde la lógica del consumo doméstico (que es la lógica a corto plazo del voto), no conseguirán solucionar el problema. Se centran en los síntomas, no en las causas del mismo.

La cuestión no es cómo re-distribuir la tarta (en función de la capacidad de presión de unos y de otros, con las tensiones consiguientes), sino cómo hacerla crecer. Y esto último sólo puede conseguirse de dos maneras: con una economía más boyante que permita un mayor nivel de gasto per cápita, o atrayendo personas de fuera de la ciudad para que gasten en ella. Por tanto:

-A corto plazo, esas acciones deben divulgarse fuera de la ciudad y tener gancho suficiente como para conseguir que gente de otros municipios se desplace a la capital.  Si no es así, serán ineficaces desde una perspectiva global de la ciudad, si sólo generan flujos internos.

-A medio plazo, el turismo debería ser parte de la solución: ese turista (o excursionista) que encuentra una oferta apelativa y gasta en la ciudad. Claro que esto dependerá mucho del tipo de turista que seamos capaces de atraer.

-Y a largo plazo con un nuevo modelo de desarrollo económico que nos saque del furgón de cola nacional, sobre la base de entender que una economía diversificada es una economía más sana. El turismo, decía, debería ser parte de la solución, aunque diría que no la más importante en este caso.

En suma, hay que cambiar el enfoque. Y ser mucho más transparentes en cuanto al destino de los recursos públicos, que son de todos: la ciudadanía tiene derecho a saber cuánto se gasta en cada acción que se acomete, de este tipo o de cualquier otro.  En definitiva, instalar la rendición de cuentas y la evaluación de las políticas públicas, que pondere sus efectos positivos y negativos, como una práctica normal.

Los próximos comicios locales deberían permitirnos conocer el modelo de ciudad que los candidatos/as proponen y las acciones concretas que pretenden llevar a cabo para revertir la situación económica actual, que no es alentadora: basta pasear por sus calles. Para que un árbol crezca sano no podemos fijarnos sólo en sus hojas, hay que alimentar y cuidar sus raíces, aunque no sean visibles. La dinamización que da origen a este post sólo mira a las hojas, no actúa sobre las raíces.


2 comentarios:

  1. Lúcido como siempre, el profesor Vargas se centra en el problema y lo disecciona sin tapujos. El problema es que los políticos mediocres viven de la política y se preocupan exclusivamente de su propia supervivencia. Detrás de ellos no hay nada. Somos capital española de la pobreza (menor renta per capita de España) y ellos celebran la absurda capitalidad gastronómica que a saber por cuánto nos ha salido (alrededor del millón de euros) y para absolutamente nada.Lideramos las cifras de paro por provincias y no se ocupan de crear o mejorar infraestructuras (necesarias para el desarrollo económico) sino que se esconden detrás de una pancarta. Es lamentable pero es la realidad, estamos gobernados por gente sin escrúpulos,inmorales y faltos de ética. Auténticos golfos que compran voluntades e imponen silencios, para colmo con dinero público. Caiga sobre ellos mi saliva.

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    1. Gracias por comentar, Bernardo. Da la impresión que cuando no hay ideas la salida se encuentra echando mano de tópicos como el omnipresente futbol (manoseado hasta la saciedad sin importar el coste para las arcas públicas en una ciudad con tantas carencias), la dinamización (o sea, más chimpunes en las calles) y los planes estratégicos (que luego carecen de seguimiento y rendición de cuentas), todo para aparentar que se hace algo: puro marketing vacío de contenido. Esperemos que la sociedad onubense vea por fin la necesidad de un cambio de rumbo.

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