Conviene recordar que, desde 1980, cada 27 de septiembre se celebra el Día Mundial del Turismo, una fecha instituida un año antes por la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Fue elegida en recuerdo de la aprobación de los Estatutos de la OMT el 27 de septiembre de 1970. Con los eventos que ese día tienen lugar se trata de ayudar a concienciar a la comunidad internacional acerca de la importancia del turismo, tanto como para haber merecido la creación de una Agencia especializada por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Aprovechando la efeméride, me permito compartir, como investigador en este campo, algunas inquietudes. Es una oportunidad para la reflexión que invita a aplicar una visión crítica y de futuro acerca de los grandes desafíos que el turismo tiene planteados, tanto a escala global como en cada realidad concreta, con sus especificidades.
Hace unos días leí a un profesor de marketing, convencido de que el futuro del turismo está en las ciudades, declarar que “una ciudad no es una empresa, sino un espacio de pluralidad y de encuentro, también con los turistas”. A su criterio, “el turismo está anulando las ciudades. Las personas que están al frente de los municipios se han vendido al gran capital y han convertido los cascos históricos en parques temáticos”. Citaba los casos de Venecia y de Barcelona, apostillando: “Cuando a los ciudadanos se les expulsa de los centros de la ciudad, y quienes la dirigen son los directores de restaurantes y hoteles, la vida desaparece. Por tanto, a la larga, desaparecerán también los turistas” ...” Hay que repensar las ciudades como espacios públicos; no todo pueden ser terrazas y construcciones”.
El Prof. Toni Puig, que es el autor de tales citas, pone el dedo en la llaga de uno de los principales problemas del turismo contemporáneo, jaleado por una métrica del éxito que ha venido estando centrada en la cantidad de visitantes (turistas y excursionistas) que pasan por los destinos turísticos. En una competencia frenética por el crecimiento, sin más, y por elevar cada año los porcentajes de incremento de viajeros y pernoctaciones, para avanzar en los rankings al uso, nos hemos topado de bruces con fenómenos como el sobreturismo, la turismofobia, la gentrificación…cada vez más extendidos, olvidando que el turismo no es sólo economía, e incluso que, desde un punto de vista estrictamente económico, una mayor cantidad no conduce necesariamente a una mayor rentabilidad; también depende de los perfiles de los turistas que somos capaces de atraer. No podemos perder de vista las relaciones humanas, la convivencia entre residentes y turistas, el respeto al medio natural…todos estos equilibrios, en definitiva. Se podría sintetizar diciendo que, decidida y definitivamente, hay que poner el valor por encima del volumen y establecer una nueva métrica del éxito.
Aquí tenemos, pues, un primer gran desafío: el sobreturismo y la gestión de sus flujos, sobre todo en las grandes ciudades. La demanda está cambiando, y no sólo en cantidad, razón por la cual es clave superar el paradigma puramente cuantitativo. Los problemas no son causados, solamente, por la cantidad de gente, sino por cómo esas personas se comportan: la educación para el turismo es ahora más importante que nunca. Por ejemplo, en Calcuta (India) las autoridades han resuelto prohibir la realización de “selfies” con deidades, por lo que supone de falta de respeto hacia las comunidades locales.
Promover la desconcentración de los flujos de visitantes hacia nuevas áreas dotadas de atractivos turísticos, ajustar las políticas de precios en el destino a la demanda (sistemas de precios dinámicos), limitar las campañas promocionales orientándolas hacia aquellos momentos en los que la demanda es más baja (¿qué sentido tiene hacer promoción de un destino para atraer más turistas en periodos puntas ya saturados de gente?), aplicar las nuevas tecnologías para ayudar a desviar los flujos de visitantes y minimizar episodios de congestión que deterioran la experiencia turística (en la línea de lo que se ha dado en llamar destinos turísticos inteligentes), etc. Seguramente veremos como la aplicación de las tasas turísticas se extiende (en la región de El Algarve portugués la acaban de aprobar, por ejemplo), en la línea de garantizar que el turismo paga los costes que genera.
Este problema del sobreturismo está ligado a la estacionalidad: una enfermedad crónica de la industria turística. Atajar la estacionalidad no es fácil, pues al problema de demanda vinculado a los periodos de tiempo en que la gente puede viajar (sobre todo las familias), se suele unir la inadecuación de la oferta para operar fuera de la temporada alta y generar negocio. Los destinos de sol y playa son claros ejemplos, a menudo faltos de la necesaria iniciativa y creatividad/innovación. En todo caso, a la desconcentración en el tiempo se une el desafío de la desconcentración en el espacio, es decir, el viejo anhelo de que territorios al margen de los flujos turísticos que se concentran en costas y núcleos urbanos puedan también hacerse su hueco y, a través de la actividad que el turismo genera, dinamizar sus precarias economías, generar oportunidades y, en definitiva, mejorar sus niveles de vida. En este punto se echa de menos una acción más intensa de organismos internacionales como la OMT para promover un turismo más solidario geográficamente en el que las regiones (municipios) de baja densidad encuentren un modelo de desarrollo turístico centrado en las comunidades locales y en la complementariedad/diversificación de sus ofertas sobre la base de una acción cooperativa que asocie territorios (pongamos municipios) y productos.
En suma, aprovecho este Día Mundial del Turismo para reivindicar un turismo para las personas, para los turistas, sí, pero también para los residentes (sufridores en muchas ocasiones de los excesos del turismo) y los trabajadores del sector (cuyas condiciones laborales son a menudo manifiestamente mejorables). Y un turismo no sólo intensivo en mano de obra, sino intensivo en conocimiento, que promueva la formación y la innovación como palancas de la profesionalidad y la competitividad. En este sentido, reforzar el papel de los agentes del conocimiento (muy singularmente las universidades, sus investigadores y docentes) se antoja como fundamental. Por más que parezca una obviedad, en no pocos casos los políticos y representantes empresariales que lideran la industria turística no parecen tener conciencia plena de ello. No vendría mal que desde una instancia tan importante como la OMT se llamara la atención sobre este aspecto y su trascendencia, a menudo una debilidad en las dinámicas de funcionamiento de los destinos.
Nota: Post también disponible en inglés en: https://www.linkedin.com/pulse/occasion-2018-world-tourism-day-alfonso-vargas-s%C3%A1nchez/
jueves, 27 de septiembre de 2018
martes, 25 de septiembre de 2018
CUADRO DE MANDO DE LA PROVINCIA DE HUELVA COMO DESTINO TURÍSTICO (2010-2017)
Informe que, por sexto año consecutivo (comenzando la serie
en 2008, con el inicio de la última crisis), recoge un amplio conjunto de
indicadores sobre la provincia de Huelva como destino turístico. Sus ideas-fuerza más destacables son las siguientes:
1.-Las principales magnitudes de la demanda muestran un
volumen de pernoctaciones en hoteles que, por primera vez, sobrepasa la barrera
de los cuatro millones; sin embargo, en número de viajeros aún no se superó el “récord”
de 2008. El cuadro siguiente compara las magnitudes más significativas.
Variable
|
Año 2008
|
Año 2010
|
Año 2017
|
∆
2017-2010 (*)
|
Viajeros en hoteles (nº)
|
1.099.907
|
1.068.294
|
1.043.959
|
-2,3%
|
Pernoctaciones en hoteles (nº)
|
3.658.862
|
3.801.990
|
4.074.754
|
+7,2%
|
Ocupación en hoteles (%)
|
48,47
|
49,15
|
49,63
|
|
Amplitud estacional
(de las pernoctaciones totales)
|
8,402
|
11,023
|
10,649
|
|
Tasa de estacionalidad
(de las pernoctaciones totales)
|
0,467
|
0,481
|
0,482
|
(*) Sin embargo,
durante dicho periodo:
-El nº de viajeros creció un 28,5% en Andalucía y un 26,8% en España.
-El nº de pernoctaciones aumentó un 28,3% en Andalucía y un 27,5% en España.
2.-Aunque en los dos últimos años la estacionalidad ha descendido, en el conjunto del periodo considerado los progresos son mínimos (apenas una ligera reducción de la amplitud estacional).
-El nº de viajeros creció un 28,5% en Andalucía y un 26,8% en España.
-El nº de pernoctaciones aumentó un 28,3% en Andalucía y un 27,5% en España.
2.-Aunque en los dos últimos años la estacionalidad ha descendido, en el conjunto del periodo considerado los progresos son mínimos (apenas una ligera reducción de la amplitud estacional).
3.-El índice sintético de percepción del destino Huelva ha
vuelto a bajar en 2017, situándose en 7,7, por debajo de la media andaluza (8,3), con una diferencia de -0,6 (en 2008 esa diferencia era de -0,1 y en 2010 de -0,3). En
sólo dos aspectos la provincia de Huelva es valorada por encima de la media regional:
alojamiento y playas. Paisajes y parques naturales, así como atención y trato,
igualan dicho promedio, siendo los aspectos con más alta valoración.
4.-Pese a la caída del mercado británico, la tendencia hacia
un mayor peso del turismo extranjero se ha confirmado en 2017 (con Alemania
como principal mercado emisor), siendo que éste representa más de un tercio de
las pernoctaciones totales. En cuanto al turismo nacional, Andalucía y Madrid
concentran en torno al sesenta por ciento del mismo.
5.-En términos absolutos, mejora de la rentabilidad hotelera
en la Costa de la Luz. Sin embargo, en términos comparativos, su posición
relativa empeora.
6.-El año 2017 ha sido el de mayor gasto total por parte de
los turistas, superando la barrera de los mil millones de euros. No obstante,
con el mismo número de turistas, si el destino Huelva hubiera alcanzado el
promedio regional en cuanto a gasto medio diario (a la cola de las provincias
andaluzas) y estancia media (también por debajo de la media), en 2017 se
hubieran ingresado 211.454.173€ más. Así pues, el gasto turístico cesante
desde 2010 (últimos ocho años), alcanza la cifra de 2.342.621.768€ (casi 300
millones al año de promedio).
7.-El número de playas con bandera azul se ha recuperado
hasta alcanzar el nivel que venía siendo habitual antes de la brusca caída de
2016.
8.-Desde el punto de vista del turismo gastronómico, la provincia
contabiliza un restaurante con una estrella Michelin y otro con dos soles
Repsol. No existe ninguno certificado con la Q de Calidad Turística.
9.-En cuanto al incipiente turismo de cruceros, en 2017 el
número de pasajeros cayó un 67,5% respecto a 2016.
10.-Los datos del 2017 reafirman la extrema temporalidad (por encima de la media andaluza) y muy alta estacionalidad (con más de las dos terceras partes de los contratos realizados durante los trimestres segundo y tercero del año) del mercado de trabajo en este sector. La ocupación de camarero asalariado acapara casi el 60 por ciento de las contrataciones (tercer trimestre).
El informe completo puede obtenerse del siguiente enlace: https://www.dropbox.com/s/r1akqjikvth7dkq/EL%20DESTINO%20HUELVA_CUADRO%20DE%20MANDO_2010-2017_final.pdf?dl=0
Nota: Al informe anterior, 2009-2016, se puede acceder a través de: https://alfonsovargassanchez.blogspot.com/2017/07/cuadro-de-mando-de-la-provincia-de.html
El informe completo puede obtenerse del siguiente enlace: https://www.dropbox.com/s/r1akqjikvth7dkq/EL%20DESTINO%20HUELVA_CUADRO%20DE%20MANDO_2010-2017_final.pdf?dl=0
Nota: Al informe anterior, 2009-2016, se puede acceder a través de: https://alfonsovargassanchez.blogspot.com/2017/07/cuadro-de-mando-de-la-provincia-de.html
lunes, 24 de septiembre de 2018
ALGUNOS INDICADORES DEL TURISMO EN LA PROVINCIA DE HUELVA: AGOSTO 2018
(Sin comentarios, para que cada quien se forme su propia opinión exclusivamente con base en los datos)
Nota: Los meses anteriores también pueden consultarse en este blog.
Julio 2018:
jueves, 13 de septiembre de 2018
LA HIBRIDACIÓN DEL TURISMO
La hibridación es
muy común en la naturaleza. A través del cruce de especies vegetales o
animales se generan especies nuevas,
híbridas. Recordemos, allá por el siglo XIX, los experimentos sobre hibridación
de plantas de Gregor Mendel (sus famosos guisantes), considerado el padre de la
genética.
A partir de esta
base biológica, la idea de la hibridación ha trascendido su ámbito de
aplicación original y, hoy en día, es ampliamente utilizada como una técnica de
innovación. Se trata de conectar/combinar conceptos, recursos,
productos/servicios, a veces muy diferentes y sin ninguna relación previa, para
generar algo nuevo que añada valor. En realidad, vivimos en un mundo cada vez
más híbrido, en el que los límites son cada vez más difusos: los equipos de
trabajo son híbridos –multidisciplinares (*), multiétnicos, multiculturales…-,
las empresas, además de competir y cooperar a la vez (coopetir), son cada vez
más híbridas (combinando la presencia física con la virtual),
la hibridación hombre-máquina avanza (cyborgs), al igual que la hibridación
entre seres humanos y robots…y no digamos los vehículos hídridos (combinando el
motor de combustión con el eléctrico).
En el mundo
empresarial, ejemplos clásicos de éxito son los relojes de Swatch (calidad
suiza + precio japonés + pop art), Telepizza (pizza + moto + teléfono móvil + comida
rápida) o el Circo del Sol (circo + teatro). Sus respectivas fórmulas resultaron
innovadoras por estar en la intersección de conceptos o actividades que
coexistían por separado.
El turismo no es
una excepción. Más bien diría que es una actividad sujeta a una hibridación
creciente: motivaciones híbridas (negocio y ocio o “bleisure”, naturaleza y cultura, etc.), roles hídridos
(productor y consumidor de contenidos digitales o” prosumer”), conceptos hídridos como el “gampling” (glamour
+ camping) o el “extended stay” u hogar
temporal (un hídrido entre hotel y hogar), agencias de viajes híbridas (online y física), stakeholders híbridos (lugareños que
hospedan y hacen de guías amateurs, como manifestación del llamado turismo P2P), servicios públicos híbridos (los destinos han de ser gestionados para atender las necesidades de residentes y turistas, que no siempre son ni coincidentes ni compatibles), la hibridación entre turista y residente (el turista como residente temporal,
que desea experimentar la vida cotidiana del lugar que visita) o segmentos
híbridos. Sobre este último aspecto, el turismo se ha aliado con casi todo: con
la industria viva (turismo de visita a empresas) con la arqueología industrial
(como el turismo minero), con clínicas (turismo médico), con la cultura en
sentido amplio (turismo cultural) o circunscrita a manifestaciones específicas de
la misma (turismo literario, turismo creativo), con la formación (turismo
idiomático), con la ciencia (turismo científico), etc.
La hibridación
promueve comportamientos heterofílicos. Así, la búsqueda de complementariedades
entre destinos para aumentar su atractivo hace que estos tiendan a
comercializarse juntos, hibridando su
carácter con productos que combinan, por ejemplo, patrimonio histórico-monumental
con patrimonio natural (turismo urbano con turismo de naturaleza o de sol y
playa, pongamos por caso), o eco-turismo y paisajes con turismo de
compras. Los municipios, sobre todo los
pequeños, tienden a compartir e integrar sus recursos turísticos para ganar en
diversidad y competitividad; la vecindad fronteriza es un ejemplo de ventaja
comparativa a explotar, pues hace posible presentar una oferta proveniente de
dos identidades distintas y, por tanto, más rica desde su co-existencia e
incluso mestizaje.
La hibridación,
aparte de promover la innovación, multiplica la complejidad (por la diversidad
de segmentos, o micro-segmentos, a que da lugar) y la ambigüedad (por la falta
de nitidez que provoca la mezcla de motivaciones y roles, por ejemplo).
Sobrevivir en un
mundo híbrido (y por ello más diverso y difuso) requiere de mente abierta, de
amplitud de miras, de tolerancia (frente a lo diferente y frente al error). De
competencias no solamente técnicas (en lo que a las reglas de funcionamiento de
la industria turística se refiere), sino también humanas (en un contexto de
relaciones interpersonales más heterogéneas) y conceptuales (para asimilar una
realidad con crecientes dosis de volatilidad e incertidumbre provocadas muy
señaladamente por los avances tecnológicos). Y todo ello unido a la capacidad
de entender las nuevas tendencias del turismo del siglo XXI. Ganar el futuro
requiere movilizar recursos para crear experiencias de viaje auténticas, con un
significado para la gente, sostenibles,…Comprender las elecciones de estilo de
vida del mañana (puede consultarse Kjaer, 2015) nos ayudará a afrontar este
reto estratégico. A partir de ahí, hibridemos.
---
(*) Ver “Grupo de
la luz de la Universidad de Huelva” en “HIBRIDATUR. Efecto Medici e innovación
multidisciplinar en el Turismo” (2011), p. 46: https://es.slideshare.net/natu8ka/informe-hibridatur
---Post destacado en la Comunidad Hosteltur.