martes, 14 de marzo de 2023

ELECCIONES MUNICIPALES 2023: CARTA A LOS “REYES MAGOS” (IV)

En la primera de estas cartas ya me referí a la evolución del número de habitantes de la ciudad de Huelva, “que, tal y como nos dice el INE, no para de decrecer desde 2010 -cuando se rozó la cifra de los 150.000 habitantes-, situándose en 2022 a un nivel que ya teníamos en 1990)”. Y a que alguna reflexión, así como propuestas fundamentadas (sin necesidad de que sean originales, pioneras, referentes u otro calificativo tan rimbombante como vacuo que tanto suele gustar por estos lares), debería merecer este hecho por parte de los candidatos/as a la alcaldía. Tomando los últimos quince años, dicha evolución se puede observar en el gráfico siguiente, que se resume en una pérdida de 6.173 habitantes, es decir, del 4,2%:

Explicar este declive poblacional recurriendo a una adversa, y generalizada, evolución demográfica es una falacia. Aunque el crecimiento vegetativo de la población (nacimientos menos defunciones) en el municipio de Huelva viene siendo negativo desde 2016 (-948 en el sexenio 2016-2021), en el conjunto de los últimos quince años en los que estas cifras están disponibles (2007-2021) el saldo ha sido bastante positivo, en concreto 3.262 nacimientos más que defunciones. Por tanto, pese a este crecimiento natural positivo, la población total siguió cayendo. Para explicarlo, los datos del Censo Electoral de Residentes en el Extranjero (tomados a 1 de enero de cada año), también del INE, son reveladores. Tomando nuevamente los quince últimos años disponibles, en este caso entre el 1 de enero de 2023 y el 1 de enero de 2009, el número de españoles mayores de 18 años que residen habitualmente en el extranjero o han trasladado al extranjero su residencia habitual con municipio de origen en Huelva, aumentó en 1.438 personas. En total, 3.038 onubenses mayores de edad tienen a efectos electorales la condición de emigrantes.

A pesar del aumento de la inmigración (respecto a 2008, en 2022 residían en Huelva capital 1.120 personas más nacidas en el extranjero) y un crecimiento vegetativo o natural positivo (aunque con una evolución contraria en los últimos seis años), ha crecido la emigración y la población total disminuye. Saquen ustedes sus propias conclusiones y, si es posible, conéctenlas con el modelo de ciudad, de desarrollo económico y la generación de oportunidades de empleo que nos deben proponer cada una de las formaciones políticas que se presentan a los inminentes comicios electorales para que, supuestamente, podamos depositar nuestro voto de forma reflexiva. Eludo las casi eternas carencias de infraestructuras de transporte y comunicaciones, por no estar en la esfera competencial de las administraciones locales y porque no pueden convertirse en una excusa para la parálisis.

Completaré este post con una referencia específica al centro de la ciudad y algunos de los datos (tomados del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía) que lo caracterizan. Cualquiera de los distritos de la capital merecería que se pusiera el foco en él, pero permítanme que en esta ocasión lo haga en éste, aunque sólo sea parcialmente.

En términos de población, nos encontramos con un centro con una tendencia regresiva, que el gráfico siguiente deja en evidencia:


En el periodo que se muestra (los últimos quince años, como antes), el centro ha perdido 1.058 habitantes, es decir, el 5,3% de su población. No en todos los distritos la evolución ha sido semejante: por ejemplo, como contrapunto, en El Torrejón la población ha aumentado un 5,9%. Además, la población va envejeciendo (esta sí que es una tendencia generalizada, aunque en unos distritos más que en otros): en el centro la edad media ha aumentado 4,9 años (en la Isla Chica sólo 2, por colocar nuevamente el contrapunto).

¿Qué nos espera con una población menguante, con una edad promedio cada vez mayor (ahora está en 46,5 años) y en el que el porcentaje de nacidos en el extranjero ha subido al 7% del total? ¿En qué medida las políticas municipales están dando respuesta a la realidad que manifiestan los datos, no precisamente halagüeña? ¿Pudiera ser que esas políticas hayan contribuido a expulsar gente que residía en el centro de la ciudad? ¿Cómo afecta eso, por ejemplo, al comercio de la zona? Quién viene, pongamos por caso, de la Isla Chica para tonarse algo en la feria X o con motivo del chimpún Y, ¿se va a comprar un par de zapatos? Altamente improbable, igual que lo es que quienes se ven abocados a desplazarse en coche lo vayan a hacer a un núcleo en el que han de pagar por estacionar existiendo alguna alternativa gratuita en la que se encuentra de todo (o casi). El comercio de proximidad lo mantienen quienes residen en la zona: con menos residentes habrá menos ventas y, por tanto, menos actividad comercial.

Las quejas de los vecinos empiezan a hacerse notar (no les ha faltado muchísima paciencia y capacidad de aguante para soportar tanto), en un espacio convertido en un palco cuasi-permanente de eventos habitualmente molestos y ruidosos (¿se tomarán en serio la contaminación acústica alguna vez, incluida especialmente la que los gobernantes generan?) que terminan convirtiendo esos lugares en invivibles (mucho más para personas ancianas, enfermas o que simplemente tienen derecho a descansar, entre otras razones para poder trabajar). 

Por poner el ejemplo más claro, que no el único: antes, vivir en la Plaza de las Monjas era un privilegio, ahora, desde hace unos años, es un suplicio. ¿Quién puede vivir allí y en su entorno? ¿Quién va a comprar una vivienda  en esa zona? ¿Cómo se ha visto afectado el correspondiente mercado inmobiliario? Y la tendencia es a peor, no me cabe duda.

En una isla peatonal cada vez mayor, lo que en principio podría ser positivo (aunque un toque más verde y menos duro ayudaría), ¿hasta dónde llevarán la creciente mercantilización del espacio público (plazas, calles)? ¿En qué quieren convertirlo, quizás en un núcleo de ocio para quienes no viven allí? ¿Y cómo lo harán, es decir, hasta qué punto los vecinos contarán en aquellas decisiones que pueden afectar severamente a sus vidas cotidianas, más allá de depositar su papeleta cada cuatro años? Los aspirantes a ocupar la alcaldía deberían explicarlo claramente, así como qué tipo de eventos, cuándo y dónde, buscando los espacios más convenientes (¿es que no hay más alternativas que plazas y calles?) para minimizar los inconvenientes a una población residente que empieza a cansarse y, por lo que parecen indicar los datos, a huir (si puede). Eventos que, si generan efectos benéficos para la ciudad en su conjunto que compensen sus costes, incluido el gasto público (lo cual es dudoso en muchos casos por su carácter doméstico e incapacidad de atracción foránea, lo que que los convierte en “juegos” de suma nula para la misma desde el punto de vista del gasto privado local: lo que se gasta en un sitio se deja de gastar en otro), no tienen por qué dejar de realizarse, pero sí, probablemente, reubicarse. ¿Dónde coloca cada candidato/a los límites para llegar al punto de equilibrio que es imprescindible alcanzar? Es sorprendente que una capital de provincia no cuente, por ejemplo, con un recinto/pabellón ferial adecuadamente acondicionado para acogerlos: las prioridades en el gasto público marcan la acción de gobernar y las diferencias entre unos y otros. 

Más allá, y aunque como ciudadano tenga mis ideas acerca de lo que podría hacerse, no me lo pregunten a mí, que no me presento a las elecciones. Son algunas de las incógnitas a las que en la campaña electoral se deberían ofrecer respuestas, contrastando las diversas opciones que puedan existir. Ya sé que soy un utópico, una vez más. En las pasadas elecciones me preguntaba por esto mismo y nada, claro: https://alfonsovargassanchez.blogspot.com/2019/05/de-cara-las-elecciones-del-26m-en-la.html

P.D.: Las sucesivas cartas pueden encontrarse en: 

(Post nº 441 en este blog)

2 comentarios:

  1. Un análisis que trata de basarse en la frialdad de los datos incontestables, pero deja entrever un dolor ahí en el fondo.
    Esta Huelva nuestra.....
    Una vez más, esos candidatos ciegos, y a los que nadie les quita el bastón, ni les da con el, harán propuesta rutinarias y vacunas y a los que sufriremos cuatro años más.
    Alfonso grita: Señores que aquí están pasando cosas que no deberían y otras no ocurren, que si deberían. Y nadie reacciona.
    Esta Huelva nuestra.

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