Usando este símil, quizás porque aún perdura el empacho navideño, los “Reyes Magos” son, en este caso, los candidatos/as a la alcaldía de la ciudad de Huelva cara a las elecciones del próximo mes de Mayo, a quienes dirigiré alguna que otra carta a través de este blog (esta es la primera) en mi condición de ciudadano común que, con capacidad para pensar por si mismo y expresarse sin condicionantes, se sigue preocupando por la ciudad en que nació y (todavía) reside. Lo hago y haré sin convicción alguna, sin esperar nada, ni siquiera que lean estas líneas: la experiencia de alguien que ya peina muchas canas así me lo dicta. Sea cual sea el resultado que emane de las urnas, salvo vuelco copernicano que se antoja casi imposible, no albergo esperanzas de que algo vaya a cambiar de manera significativa en la vida política de una capital de provincia que ha dejado de ejercer la capacidad tractora que a las capitales se les supone (no hay más que ver la evolución de su población, que, tal y como nos dice el INE, no para de decrecer desde 2010 -cuando se rozó la cifra de los 150.000 habitantes-, situándose en 2022 a un nivel que ya teníamos en 1990). O sea, en resumidas cuentas, que mientras la provincia crece su capital decrece. Alguna reflexión, así como propuestas fundamentadas, merecería este hecho, ¿no cree?
Pero pese a saber que
estos “Reyes Magos” no me traerán lo que les pido (y no será, creo, porque me haya
portado mal, pues, como amablemente alguien relevante en esta comunidad me
escribió hace muy poco, “trabajar y fajarte por Huelva lo has hecho con creces”,
a mi manera y con mi muy limitado alcance, claro), al menos me quedo más
tranquilo conmigo mismo compartiendo algunas ideas o anhelos, aunque los asuma de
antemano como utópicos.
Empiezo por uno que
quedará más claramente justificado al final de este post. Gobierne quien
gobierne, me gustaría que a la ciudadanía se nos rindiera cuentas, de verdad, de
forma explícita, detallada y fácilmente accesible, de cómo se gasta el dinero
de todos, que no viene sino de nuestros impuestos; es decir, de cuánto y porqué
se gasta en cada acción que el ayuntamiento realiza. Igual que cuando se hacen ciertas obras públicas se coloca un cartel enorme que incluye el montante económico
que supone la misma y la procedencia de los fondos, me gustaría saber, como simple ciudadano, cuánto cuesta
cualquiera de las múltiples acciones que se publicitan a bombo y platillo,
sobre todo en una administración pública que tiende a convertirse en una agencia
organizadora/promotora de fiestas, festejos y eventos varios (esto es comida aparte). No basta con aprobar en el
pleno y publicar en el boletín oficial el presupuesto del ayuntamiento. Pero
tanto como el cuánto importa el porqué, que no puede justificarse seriamente si
no es a partir de un análisis coste-beneficio de la actividad: ¿se hacen estos
análisis para fundamentar la continuidad de determinadas acciones, o quizás las
cosas funcionan de otra manera? Me explico con un ejemplo.
A comienzos de 2018 se lanzó, según la versión de los gobernantes del momento, “la primera marca turística de la ciudad de Huelva” (https://www.huelva.es/portal/es/noticias/la-primera-marca-tur%C3%ADstica-de-la-ciudad-de-huelva-aterriza-desde-ma%C3%B1ana-en-madrid-la), lo cual es incierto, porque ya existía “Huelva, Puerta del Atlántico” (y no sólo porque hubiera un centro de visitantes con ese nombre), que, por cierto, aún sigue apareciendo como identificadora del turismo en la ciudad en algún blog de viajes de los más visitados (es el caso, por ejemplo, de “Los Viajes de Claudia”: https://losviajesdeclaudia.com/espana/huelva/que-ver-lugares-imprescindibles/). Sea como fuere, nació “Huelva, Ciudad que marca”. Más sobre este asunto, con un marco para su análisis, en: https://alfonsovargassanchez.blogspot.com/2019/03/bases-para-un-modelo-de-desarrollo.html
Cinco años después, siempre antes de la gran farándula mediática de Fitur, se lanza una nueva marca: “Huelva Original”. En medio, en 2020, es decir, en plena pandemia y con la movilidad limitada, se lanzó la campaña (no cabe decir marca, aunque, de forma sorprendente, se hizo sin conexión aparente con la marca teóricamente en uso) “Huelva Te Saluda”, con unos soportes de publicidad exterior (que se “vendieron” con inverosímiles cifras de impactos desde una perspectiva turística; léase https://www.europapress.es/andalucia/huelva-ciudad-que-marca-01167/noticia-campana-huelva-te-saluda-alcanza-mas-27-millones-impactos-publicidad-exterior-verano-20201011121436.html) que ahora se están sustituyendo por otros con la nueva marca.
No seré yo quien contradiga
el dicho de que rectificar es de sabios, pero cualquiera con unos conocimientos básicos de marketing sabe que posicionar una marca en la mente del
consumidor (turista en este caso) en potencia cuesta mucho y mucho tiempo, y
necesita ir acompañada de un plan de comunicación consistente y sostenido a medio/largo plazo. Tres
marcas en cinco años: ¿adónde vamos? ¿Se alumbrará otra en la siguiente legislatura, con algún presupuesto que esté por gastar? ¿Cuánto ha costado al erario público “Huelva,
Ciudad que marca”? ¿Qué estudio se ha hecho para concluir que lo que se nos
colocó como un hito histórico ya no sirve, en tan corto lapso de tiempo y
con una pandemia por medio que paró el turismo? ¿Cuánto nos costó “Huelva Te
Saluda”? ¿Cuál es el análisis coste-beneficio real, en términos turísticos, de esta campaña? E ídem de ídem
con “Huelva Original”. Si usted lo conoce porque se ha hecho público, por favor
hágamelo saber; si así fuera pido por anticipado disculpas por mi
desconocimiento: sepa que no tengo acceso a más información que cualquier otro ciudadano de base.
En suma, esto es lo que quisiera ver en quienes nos gobiernan: mucha mayor transparencia, como corresponde a una democracia madura; que nos tomen en serio, no como tontos que se tragan cualquier mensaje de corta y pega.
Pero decía antes que la
elección de este tema para esta primera entrega se entendería mejor al final.
La razón de haberlo escogido es que este post está escrito en la víspera de una concentración/manifestación
ciudadana, que ojalá sea masiva, para proteger los restos del puerto tartésico
hallados en el edificio de la antigua Delegación de Hacienda (y no sólo, diría yo). ¿Para qué
queremos una marca si luego no tenemos casi nada de singular valor que mostrar a quienes nos
visitan? Los tópicos de siempre (tan grandilocuentes y manidos) no bastan, por favor. No nos
podemos permitir el lujo de sepultar (otra vez) el patrimonio seguramente más importante que tenemos, ligado a nuestra historia milenaria. Es un recurso
fundamental para, a partir de él, armar productos (experiencias) que doten a la
ciudad de un atractivo turístico, como elemento dinamizador de su economía, del que hoy por hoy carece; no nos sigamos engañando a nosotros mismos o dejándonos engañar. No faltan potencialidades (pero no necesitamos que nos regalen más los oídos aquí, ni más maquetas ni más promesas incumplidas), sino realidades: ¿cómo no vamos a ser escépticos, "majestades"?
Como este tema (siga la secuencia de las imágenes), y otros,
dan para mucho, igual me animo a seguir. Veremos.
(Post nº 437 en este blog)
Por la enjundia del texto y por el conocimiento que lo sustenta, te rogaría, profesor, que esta fuera la primer y que otras más le dieran continuidad para así ayudar a los ciudadanos onubenses a entender mejor la realidad política y social de esta ciudad y provincia.
ResponderEliminarEl turismo no sólo produce economía y trabajo, también un avance social consecuencia del intercambio, algo que está tierra vivió hace ya demasiados años y ahora en este siglo y el anterior, se le niega.
Deseo obtener un título de formación profesional en esta web https://modulosgrado.com/modulos-de-grado-medio que, pueda también estudiar otros módulos específicos. Por ejemplo, si deseo obtener un título de formación profesional en Ingeniería, puedo estudiar Mecánica, Electrónica, Programación y otros módulos relacionados.
ResponderEliminarJosé, creo que este comentario está fuera de lugar. Ha sido un error. No quiero pensar que intencionado. Dios me libre.
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