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¡GRACIAS POR SU INTERÉS!

Bienvenido/a a este blog, que nace, con el año 2012, como vehículo para la transferencia y divulgación del conocimiento, particularmente en materia de turismo. Como complemento:

-He aquí el documento resultado de casi cinco años (2010 a 2014, 55 artículos) escribiendo cada mes en HECONOMIA, con análisis y propuestas para el turismo provincial: https://www.dropbox.com/s/oblyls2fi3tov7g/HEconomia_2010_2014_55_articulos.pdf?dl=0

-Los 12 artículos de la sección EL MURO del diario Huelva Información (año 2015): https://www.dropbox.com/s/sqlyhbqu1hc7if1/ElMuro_HI_2015.pdf?dl=0

-Y las múltiples colaboraciones en Hosteltur: https://www.hosteltur.com/comunidad/usuario/vargas

Además, en la siguiente URLs encontrará más, mucho más, sobre mi actividad académica (mi legado): https://padlet.com/alfonsovargassanchez/cvm56nauhvrhsnua

Y lo más importante: ¿aún no conoce Huelva? Descúbrala en el siguiente enlace y en la presentación que sigue: http://www.turismohuelva.org - https://www.dropbox.com/s/8ada1ku91qtoknc/AunNoConocesHuelva.pps?dl=0

viernes, 23 de agosto de 2019

ALGUNOS INDICADORES DEL TURISMO EN LA PROVINCIA DE HUELVA: JULIO 2019

(Sin comentarios, para que cada quien se forme su propia opinión exclusivamente con base  en los datos)

Fuente: Elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística (p = provisional)






Nota: Los meses anteriores también pueden consultarse en este blog. 
Junio 2019:  

miércoles, 21 de agosto de 2019

EL SECTOR DEL TURISMO EN UNA ECONOMÍA CIRCULAR

La creciente toma de conciencia sobre la necesidad de transformar el sistema económico actual para no superar los límites ecológicos de nuestro planeta está dando lugar a numerosos esfuerzos para abordar los problemas de sostenibilidad generados por él. En este contexto, el modelo de economía circular está ganando impulso a nivel político, empresarial y académico. De hecho, estamos en un proceso de transición de una economía lineal a una economía circular, al que la industria turística no es ajena.

La cada vez mayor conciencia ambiental  es una de las tendencias que está marcando un cambio más generalizado en la sociedad en su conjunto. Concretamente, las políticas y prácticas ambientales promulgadas e impulsadas por las instituciones (sobre todo públicas) para cambiar los comportamientos de los agentes sociales (como las relativas al reciclaje), están claramente identificadas como uno de los principales impulsores del cambio.

Un ejemplo son los llamados “Paquetes de Economía Circular” de la Unión Europea (el primero de 2015 y el segundo de 2018) para estimular la transición de los Estados miembros desde del modelo lineal tradicional de crecimiento económico (simbolizado por la secuencia “producir-consumir-tirar') a un nuevo modelo basado en el cierre de los bucles (es decir, la circularidad) de productos y materiales. Como muestras de este compromiso, un par de objetivos pueden ayudar a valorar la profundidad de los cambios en curso (con Eurostat como fuente):

-Objetivos de reciclaje de residuos municipales: para 2025, 55%; para 2030, 60%; para 2035, 65% (estado actual, en 2017, para la UE-28, 46’4%; y para España, 33’5%).

-Objetivos de reciclaje de residuos plásticos: para 2025, 50%; para 2030, 55% (estado actual, en 2016, para la UE-28, 42’2%; y para España, 45’5%).

Comprender la relación cambiante entre producción y consumo de servicios turísticos es un factor crítico para hacer realidad la transición mencionada, pues una economía circular implica cambios tanto en productores como en consumidores. En particular, la economía colaborativa (o “sharing economy”) está siendo un factor clave en la remodelación del panorama empresarial. En la industria del turismo se ha expandido por doquier, en referencia a cómo desplazarse, dónde alojarse, qué comer, qué hacer… con modelos en los que el acceso a los bienes y servicios con exceso de capacidad se proporciona a los clientes a través de plataformas basadas en Internet. Sin embargo, encontrar soluciones complementarias e integrales para apoyar una economía circular en su sentido más amplio y genuino es uno de los desafíos para el futuro del turismo, a través de la capacidad de tejer un ecosistema donde se articulen flujos circulares de productos y materiales entre las partes interesadas.

En esta línea, modelos de negocio que aporten  soluciones de ese tipo son, por ejemplo, los vinculados a suministros circulares, la recuperación de recursos, la extensión de la vida del producto, las plataformas compartidas, o el basado en la consideración del producto como un servicio. Al igual que en otras actividades económicas, su aplicación a las empresas turísticas no solo es posible, sino plausible. En concreto:

-Las cadenas hoteleras podrían suministrarse con recursos / materiales completamente renovables, reciclables o biodegradables.

-Los restaurantes podrían invertir en la recuperación de energía o recursos de los desechos o subproductos, particularmente en la reducción del desperdicio de alimentos.

-Los hoteles pueden contribuir a extender la vida útil de los productos que usan (como muebles) a través de la reparación y/o reventa a mercados de segunda mano. Y a eliminar los residuos originados por los “amenities” (como el jabón y otros) a través de su reciclaje. En ambos casos, las acciones concertadas entre varios establecimientos deberían ser consideradas desde el punto de vista del volumen necesario para acometerlas, que podrían incardinarse en sus políticas de responsabilidad social corporativa.

-Otras opciones de alojamiento podrían aumentar su tasa de utilización al compartir el uso, el  acceso o incluso la propiedad.

-Los proveedores de servicios turísticos y las empresas de ocio pueden implementar modelos comerciales orientados al uso (de un disfraz o un traje para una fiesta, por ejemplo) o a los resultados (pago basado en el uso de dispositivos de información turística).

En resumen, el futuro del turismo será el resultado de un ejercicio de reconfiguración de su cadena de valor derivado de las fuerzas provenientes del modelo de economía circular. A este respecto, se deben tener en cuenta dos vectores principales para prever y monitorear el progreso hacia la circularidad en las organizaciones turísticas:

-Desde una perspectiva de política pública, la efectividad de los diversos instrumentos con el potencial de estimular la puesta en marcha de iniciativas en este tipo por parte de las empresas y los destinos turísticos (presiones coercitivas, normativas y miméticas).

-Además de este factor externo, desde el punto de vista interno de las organizaciones turísticas, los factores capaces de facilitar (acelerar) y dificultar (frenar) la implantación de estrategias de economía circular en hoteles y otros operadores (como la cultura organizacional y el tipo de posicionamiento estratégico).

En todo caso, parece recomendable adoptar una postura proactiva ante este inevitable cambio. Debería ser una fuente de diferenciación dentro de ese modelo turístico de “calidad” que se dice perseguir pero que a menudo no sabemos muy bien en qué consiste. Ahora deberíamos añadir un atributo más a esa calidad turística: su circularidad. Nos reinventaríamos definitivamente, ahora que tanto se habla de cambio de modelo, asumiendo que el futuro del turismo (como del conjunto del sistema económico) será circular o no será.

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Publicado hoy en Hosteltur: https://www.hosteltur.com/comunidad/003606_el-sector-del-turismo-en-una-economia-circular.html




miércoles, 7 de agosto de 2019

TURISMO: NUEVA FÓRMULA HACIA LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL

Si no limpias no consumirás agua ni productos químicos (de limpieza) y serás, así, más respetuoso/a con el medio ambiente. O sea, ser sucio = ser sostenible, según este planteamiento de algunas empresas de alojamiento del sector. ¿Locura o Hipocresía?. Más abajo encontrará la respuesta.

DEL LOW COST AL LOW COST PLUS

Siempre han existido, y existirán, empresas que decidan competir conforme a la ecuación costes bajos/precios bajos. El mensaje es simple: cómpreme a mí porque lo que yo le ofrezco es más barato que otras opciones que pueda encontrar en el mercado para un determinado bien o servicio. No obstante, para poder competir con eficacia con una estrategia de este tipo se necesitan determinados recursos y aptitudes, así como ciertos requisitos organizacionales, que posibiliten altas cotas de eficiencia, es decir, que permitan apretarse el cinturón sin perecer en el intento de tener que soportar márgenes, en principio, relativamente estrechos.

Esta forma de competir, conocida en la literatura académica como estrategia de liderazgo en costes o de coste global mínimo, se ha popularizado como el fenómeno “low cost”, que en la industria turística tuvo (y sigue teniendo) su exaltación suprema en las aerolíneas europeas a partir del caso Ryanair (y antes la Southwest Airlines en USA). Como es habitual, su éxito ha llevado a la imitación y hoy tenemos empresas turísticas “low cost” por doquier, en cualquiera de sus subsectores. Parte del crecimiento espectacular de la demanda turística en las últimas décadas (con sus efectos positivos -empleo, actividad económica- y negativos -impacto ambiental, masificación extrema en los destinos más populares-) tiene que ver con este fenómeno, que ha “democratizado” el transporte aéreo y el acceso a otros servicios (alquiler de coches, determinados tipos de alojamiento, etc.). También ha cambiado el perfil de los segmentos turísticos, haciéndolos más borrosos, pues al aplicar menos recursos en ciertos capítulos de gasto se pueden aplicar más en otros.

Ahora bien, por lo que se observa en las intenciones y comportamientos de algunas empresas, estamos transitando hacia un modelo de negocio que supone una vuelta de tuerca más del referido modelo “low cost”: es el que me permito denominar como “low cost plus”. Sirvan un par de ejemplos:

-El de algunas compañías aéreas que, contrariando los principios de la ergonomía conforme a lo que la ciencia de la antropometría nos dice en cuanto a las proporciones y las medidas del cuerpo humano, tienden a acortar cada vez más el espacio entre asientos (hasta poner en riesgo la salud, diría) para poder incrementar el número de pasajeros (”enjoy your flight”, nos dicen); incluso llegando a proponer el asemejar un avión a un autobús, con pasajeros que viajen de pie para poder meter aún más gente, eso sí, con un precio del billete más bajo (y mayor beneficio empresarial, claro).

-O, más recientemente, el de hoteles que, en ese proceso de desmembrar el producto y reducir precios y costes, ofrecen, no ya el que el cliente pueda elegir entre incluir o no el desayuno (que asumimos como normal, igual que pagar por una bebida o comida durante un vuelo), sino la limpieza de las habitaciones. Le hacemos un descuento a cambio de no limpiar la habitación, con buena acogida, según podía leerse hace unos días: https://www.hosteltur.com/130376_clientes-que-renuncian-a-la-limpieza-de-la-habitacion-la-cosa-va-en-serio.html

Como modelo de negocio se entiende (el “low cost plus”, digamos), pero el sarcasmo viene cuando lo justifican “con el fin de avanzar hacia el turismo sostenible”. O sea que, ahora, para ser respetuosos con el medio ambiente hay que ser cutres (por no decir guarros) y, además, olvidarnos de que la limpieza no tiene por qué ser un derroche de agua y productos químicos: puede hacerse de un modo mucho más "sostenible" (que se lo pregunten a las sufridas “kellys”, de las que no solemos acordarnos). Cuando se manosea tanto una palabra, ésta pierde su sentido.

Es muy probable que este modelo “low cost plus” se extienda, porque parece evidente que tiene su público, pero los gestores de los destinos deberían reflexionar acerca de sus consecuencias. No quiero imaginarme un destino defendiendo sus bondades en términos de sostenibilidad ambiental con este tipo de argumentos. O vendiendo la exclusividad (el turismo de calidad) del mismo con este tipo de contradicciones: no se puede mezclar el aceite con el agua.

Dejemos a un lado la hipocresía y agarremos en serio la bandera de la responsabilidad. A menudo se echa de menos un posicionamiento ético ante el turismo, en el que no todo debería valer, aunque muchos lo acepten. La voracidad cortoplacista de ciertos operadores y sus lobbies no tiene límite si el poder público no se los marca, ejerciendo su papel, como hemos comprobado muy recientemente en el caso del derrumbe de un puente medieval, en Bélgica, para que puedan pasar los cruceros.

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