La creciente toma
de conciencia sobre la necesidad de transformar el sistema económico actual
para no superar los límites ecológicos de nuestro planeta está dando lugar a
numerosos esfuerzos para abordar los problemas de sostenibilidad generados por
él. En este contexto, el modelo de economía circular está ganando impulso a
nivel político, empresarial y académico. De hecho, estamos en un proceso de
transición de una economía lineal a una economía circular, al que la industria turística
no es ajena.
La cada vez mayor
conciencia ambiental es una de las
tendencias que está marcando un cambio más generalizado en la sociedad en su
conjunto. Concretamente, las políticas y prácticas ambientales promulgadas e
impulsadas por las instituciones (sobre todo públicas) para cambiar los
comportamientos de los agentes sociales (como las relativas al reciclaje),
están claramente identificadas como uno de los principales impulsores del
cambio.
Un ejemplo son
los llamados “Paquetes de Economía Circular” de la Unión Europea (el primero de
2015 y el segundo de 2018) para estimular la transición de los Estados miembros
desde del modelo lineal tradicional de crecimiento económico (simbolizado por
la secuencia “producir-consumir-tirar') a un nuevo modelo basado en el cierre
de los bucles (es decir, la circularidad) de productos y materiales. Como muestras
de este compromiso, un par de objetivos pueden ayudar a valorar la profundidad
de los cambios en curso (con Eurostat como fuente):
-Objetivos de
reciclaje de residuos municipales: para 2025, 55%; para 2030, 60%; para 2035,
65% (estado actual, en 2017, para la UE-28, 46’4%; y para España, 33’5%).
-Objetivos de
reciclaje de residuos plásticos: para 2025, 50%; para 2030, 55% (estado actual,
en 2016, para la UE-28, 42’2%; y para España, 45’5%).
Comprender la
relación cambiante entre producción y consumo de servicios turísticos es un
factor crítico para hacer realidad la transición mencionada, pues una economía
circular implica cambios tanto en productores como en consumidores. En
particular, la economía colaborativa (o “sharing economy”) está siendo un factor
clave en la remodelación del panorama empresarial. En la industria del turismo
se ha expandido por doquier, en referencia a cómo desplazarse, dónde alojarse,
qué comer, qué hacer… con modelos en los que el acceso a los bienes y servicios
con exceso de capacidad se proporciona a los clientes a través de plataformas
basadas en Internet. Sin embargo, encontrar soluciones complementarias e
integrales para apoyar una economía circular en su sentido más amplio y genuino
es uno de los desafíos para el futuro del turismo, a través de la capacidad de
tejer un ecosistema donde se articulen flujos circulares de productos y
materiales entre las partes interesadas.
En esta línea,
modelos de negocio que aporten
soluciones de ese tipo son, por ejemplo, los vinculados a suministros
circulares, la recuperación de recursos, la extensión de la vida del producto, las
plataformas compartidas, o el basado en la consideración del producto como un servicio.
Al igual que en otras actividades económicas, su aplicación a las empresas
turísticas no solo es posible, sino plausible. En concreto:
-Las cadenas
hoteleras podrían suministrarse con recursos / materiales completamente
renovables, reciclables o biodegradables.
-Los restaurantes
podrían invertir en la recuperación de energía o recursos de los desechos o
subproductos, particularmente en la reducción del desperdicio de alimentos.
-Los hoteles
pueden contribuir a extender la vida útil de los productos que usan (como
muebles) a través de la reparación y/o reventa a mercados de segunda mano. Y a
eliminar los residuos originados por los “amenities” (como el jabón y otros) a
través de su reciclaje. En ambos casos, las acciones concertadas entre varios
establecimientos deberían ser consideradas desde el punto de vista del volumen
necesario para acometerlas, que podrían incardinarse en sus políticas de
responsabilidad social corporativa.
-Otras opciones
de alojamiento podrían aumentar su tasa de utilización al compartir el uso,
el acceso o incluso la propiedad.
-Los proveedores
de servicios turísticos y las empresas de ocio pueden implementar modelos
comerciales orientados al uso (de un disfraz o un traje para una fiesta, por
ejemplo) o a los resultados (pago basado en el uso de dispositivos de
información turística).
En resumen, el
futuro del turismo será el resultado de un ejercicio de reconfiguración de su
cadena de valor derivado de las fuerzas provenientes del modelo de economía
circular. A este respecto, se deben tener en cuenta dos vectores principales
para prever y monitorear el progreso hacia la circularidad en las
organizaciones turísticas:
-Desde una
perspectiva de política pública, la efectividad de los diversos instrumentos
con el potencial de estimular la puesta en marcha de iniciativas en este tipo
por parte de las empresas y los destinos turísticos (presiones coercitivas,
normativas y miméticas).
-Además de este
factor externo, desde el punto de vista interno de las organizaciones
turísticas, los factores capaces de facilitar (acelerar) y dificultar (frenar)
la implantación de estrategias de economía circular en hoteles y otros
operadores (como la cultura organizacional y el tipo de posicionamiento
estratégico).
En todo caso,
parece recomendable adoptar una postura proactiva ante este inevitable cambio.
Debería ser una fuente de diferenciación dentro de ese modelo turístico de
“calidad” que se dice perseguir pero que a menudo no sabemos muy bien en qué
consiste. Ahora deberíamos añadir un atributo más a esa calidad turística: su
circularidad. Nos reinventaríamos definitivamente, ahora que tanto se habla de
cambio de modelo, asumiendo que el futuro del turismo (como del conjunto del
sistema económico) será circular o no será.
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Publicado hoy en Hosteltur:
https://www.hosteltur.com/comunidad/003606_el-sector-del-turismo-en-una-economia-circular.html
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