Los
datos son tozudos. Por más que se quiera endulzar, éste del 2012 ha sido el peor verano
desde que comenzó la crisis en 2008. Si entendemos julio, agosto y septiembre,
conjuntamente, como la temporada estival, las magnitudes fundamentales que
reflejan el resultado de la misma, comparada con los cuatro años anteriores,
son las siguientes:
HUELVA
|
Viajeros
|
Pernoctaciones
|
Estancia Media
|
Total Verano
Año
|
Total
|
Residentes en
España
|
Residentes en el
extranjero
|
Total
|
Residentes en
España
|
Residentes en el
extranjero
|
(días)
|
2012
|
446.007
|
366.772
|
79.235
|
1.680.122
|
1.273.988
|
406.134
|
3,77
|
2011
|
464.007
|
396.040
|
67.967
|
1.886.571
|
1.523.486
|
363.085
|
4,07
|
2010
|
457.665
|
380.152
|
77.513
|
1.827.942
|
1.428.433
|
399.509
|
3,99
|
2009
|
442.079
|
379.912
|
62.168
|
1.712.426
|
1.414.012
|
298.414
|
3,87
|
2008
|
430.871
|
357.088
|
73.783
|
1.708.743
|
1.294.385
|
414.358
|
3,97
|
Fuente:
elaboración propia, con datos del INE (Encuesta de Ocupación Hotelera).
El
número de pernoctaciones, como dato más significativo, ha sido el más bajo de
todo el quinquenio, 206.449 menos que en el verano del 2011, lo cual es
bastante para una planta hotelera de en torno a las 28.000 plazas. Esto se ha
reflejado en una estancia media que es la más baja de los últimos cinco años
(como puede observarse en la tabla), en un descenso en la tasa de ocupación de
en torno a los cinco puntos respecto al año anterior (del 71 al 66 por 100
según mis cálculos) y en menos empleo (casi un 12% menos).
Cierto
es que esta caída se ha debido al desplome del turismo nacional: es evidente
que nuestra fuente de turistas, la clase media, está sufriendo mucho la crisis
económica. Como también lo es que el número de turistas extranjeros y de
pernoctaciones de los mismos ha subido. Aunque estos últimos son datos
positivos dentro de un panorama sombrío, llevándolos a sus justos términos
hemos de saber que, en realidad, lo que hemos hecho no es más que acercarnos al
nivel de pernoctaciones de turistas internacionales que tuvimos en 2008. Con todo, no ha sido suficiente, ni mucho
menos, como para compensar la caída del turismo doméstico.
Sin
perjuicio de que las cosas nos vengan mal dadas por la tan traída y llevada
crisis, como a tantos otros destinos vacacionales, estos datos nos deberían
llevar a reflexionar acerca de nuestro modelo turístico, hasta ahora todavía
demasiado centrado en un producto de sol y playa orientado a un mercado
familiar y nacional muy focalizado en determinadas regiones (Andalucía, Madrid,
Extremadura). Es verdad que este público es bastante fiel, pero aquella teoría
que en su momento algunos esgrimieron acerca de que la crisis favorecería a
destinos como el nuestro, con un modelo de este tipo, más de proximidad, se ha
demostrado errónea, al menos parcialmente. Necesitamos volcarnos más en los
mercados emisores europeos: sólo así, como estas cifras empiezan a mostrar,
conseguiremos compensar un mercado doméstico que, todo apunta, seguirá
deprimido durante varios años. Cierto es que para ello tenemos el handicap de
las infraestructuras de comunicaciones y las consiguientes dificultades de
accesibilidad, pero tenemos dos aeropuertos relativamente próximos que debemos
activar. La provincia de Huelva cuenta con muchos atractivos para atraer cierto
segmento del mercado europeo, que valora nuestra aún preservada autenticidad
(en un sentido social, cultural, ambiental), pero debe trabajarse de acuerdo a
un plan. Un giro estratégico no se improvisa, ni se produce sólo con promoción,
sino con una planificación integral del destino.
Con
carácter general, este cóctel, con la consiguiente menor ocupación, está
incidiendo negativamente en la rentabilidad de las empresas turísticas, pero no
es bueno entrar en una guerra indiscriminada de precios que destruya la calidad
y la imagen del destino. Los precios son caros o baratos en función de lo que
ofrecemos a cambio y del tipo de público al que nos dirigimos. Como botón de
muestra, tengamos en cuenta que la estancia media del turista extranjero ha
sido superior a la del nacional en 1’66 días, en este mismo verano del 2012, lo
que suele implicar un mayor gasto en el destino. La gran castigada con la
crisis es la clase media, de ahí que el mercado turístico se esté volviendo
cada vez más dual, con un segmento de lujo por arriba y un segmento “low cost”
por abajo.
Oteando
el futuro más próximo todo apunta, desafortunadamente, a que esta tendencia se
mantendrá: seguirá la atonía del mercado doméstico y en los mercados
internacionales hemos perdido competitividad con la subida del IVA, que en el
caso de un producto típicamente desestacionalizador como el golf ha sido
brutal. Con todo, la melancolía no nos puede llevar a la inacción: es un lujo (como
otros) que no nos podemos permitir.
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Publicado en HEconomía el 6-11-12
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