Esta es una reflexión que
trata de trascender las cifras habituales de viajeros, pernoctaciones, etc.
Sabemos que en los últimos meses han seguido cayendo: la coyuntura no es
favorable y mucho se ha escrito, también quien suscribe, acerca de sus causas,
que no son sólo exógenas o ajenas a nuestro control, con ser éstas muy poderosas.
Recientemente se firmó y
presentó el IV Pacto Andaluz por el Turismo, el denominado “Acuerdo por la Sostenibilidad, el
Empleo, la Excelencia
y la Competitividad
del Sector Turístico Andaluz” entre la Consejería del ramo, la organización patronal y
los dos sindicatos mayoritarios. Un documento sin duda interesante, que
reincide en muchas de las asignaturas pendientes del turismo regional y que
prevé la elaboración de una larga serie de planes, que quizás debieran
articularse mejor o más claramente. Por ejemplo, se adopta el acuerdo de
“elaborar el nuevo Plan General de Turismo Sostenible de Andalucía”, a la par
que otros, de carácter parcial, relativos al fomento del turismo de interior,
el plan estratégico contra la estacionalidad o los planes de marketing y
calidad, entre otros. Cabe imaginar que existirán mecanismos de coordinación y
control de todas esas iniciativas, para garantizar su coherencia y máxima
eficacia.
Paralelamente hubiera sido
aconsejable, porque toda planificación debe venir acompañada de su
correspondiente control y rendición de cuentas, mostrar, como punto de partida
para unos renovados planes, qué progresos se han alcanzado con los anteriores y
en qué grado las metas que fueron planteadas se han cumplido.
Con todo, me limitaré en
este artículo a otras, quizás menos llamativas, pero tan necesarias como las
anteriores (más bien su base), y que hasta la fecha no he visto que hayan sido
llevadas a la práctica. Me refiero al acuerdo relativo a la búsqueda de
“fórmulas de colaboración con los Entes, Instituciones, Asociaciones, Centros
Universitarios y Escuelas de Turismo y Hostelería para conectar la
investigación con las necesidades de innovación del sector y compartir
conocimiento”. También, más adelante, se alude a “establecer una colaboración
bilateral público-privada con el fin de obtener la información estadística
necesaria para avanzar en la investigación y el análisis de todos los
segmentos”.
Un propósito plausible,
aunque la constatación de los hechos hasta la fecha, al menos en su traslación
a la provincia de Huelva, no se compadece con estas declaraciones. Para tomar
decisiones (por ejemplo políticas públicas) se requiere de información válida y
fiable: información para decidir, un presupuesto elemental que sorprende que
hasta ahora no se plantee.
Para empezar, Huelva es la
única provincia andaluza que no cuenta con observatorio turístico (aunque me
parezca una denominación caduca), por lo que sus dirigentes parecen haber
renunciado a (u olvidado) esa regla elemental, que quizás el nuevo Pacto
Andaluz les haga visualizar o recordar.
El plan estratégico de
desarrollo turístico de la provincia de Huelva (del año 2003 y del que jamás se
supo), ya preveía en su programa 77, la “creación de un Observatorio del
Turismo en la Provincia”,
que nunca tuvo lugar. A partir de ahí, otros planes de escala territorial
inferior también han aludido a este tipo de figura, sin que se llegara a
concretar nada.
¿Estarán esta vez por la
labor los miembros de la Mesa
del Turismo, materializando el citado compromiso? ¿Tendrá alguna plasmación en
el caso de la provincia de Huelva, o seguirá pasando de largo sin que los
representantes locales rechisten? ¿Será que aquí no precisamos de estudios y análisis
previos para gestionar el turismo? Huelva es la luz, también la luz del
conocimiento: para eso cuenta con una universidad y con investigadores en la
materia que no son invisibles (aunque la financiación con la que cuentan para
hacer su trabajo casi lo sea, por casi inexistente).
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Publicado en HEconomia el 2-4-13
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