Tras
el realizado para los hoteles, en esta ocasión el balance se refiere a los
alojamientos de turismo rural, cuyo resumen queda reflejado en la siguiente
tabla:
HUELVA
|
Viajeros
|
Pernoctaciones
|
Estancia Media
|
Año
|
Total
|
Residentes en
España
|
Residentes en el
extranjero
|
Total
|
Residentes en
España
|
Residentes en el
extranjero
|
(días)
|
2013
|
19.194
|
17.425
|
1.769
|
51.182
|
43.775
|
7.407
|
2,67
|
2012
|
17.914
|
16.213
|
1.701
|
44.505
|
37.103
|
7.402
|
2,48
|
2011
|
13.807
|
12.729
|
1.078
|
38.442
|
33.457
|
4.985
|
2,78
|
2010
|
12.560
|
11.423
|
1.137
|
39.158
|
31.849
|
7.309
|
3,12
|
2009
|
13.171
|
11.516
|
1.655
|
35.727
|
28.611
|
7.116
|
2,71
|
2008
|
19.944
|
17.117
|
2.827
|
54.973
|
43.305
|
11.668
|
2,76
|
Fuente:
elaboración propia, con datos del I.N.E. (Encuesta de Ocupación en Alojamientos
de Turismo Rural).
Pese
al poco peso relativo de este tipo de alojamiento sobre el total de la
provincia, su concentración en las comarcas de interior, sobre todo en la
Sierra de Aracena y Picos de Aroche, merece una atención singularizada.
En
este subsector hemos casi recuperado el número total de viajeros pre-crisis,
incluso superado ligeramente en el caso de los residentes en España, aunque el
contingente de turistas internacionales sigue aun siendo muy inferior.
En
número de pernoctaciones nos falta un poco más, pero el crecimiento en 2013 ha
sido muy interesante: del 15%, todo él debido al mercado nacional, ya que el
número de pernoctaciones de los residentes en el extranjero (con estancias
medias sensiblemente superiores, casi el doble) se ha mantenido prácticamente
estable.
La
gran incógnita sigue siendo la rentabilidad (y probablemente la sobreoferta) de
este tipo de establecimientos, observando el subsector como un todo. Aunque no
disponemos de datos a nivel provincial, recientemente se ha dado a conocer un
estudio de Toprural, correspondiente a 2013, en el que Andalucía aparece como
la tercera comunidad autónoma con los alojamientos rurales más baratos (23,1€, precio
medio por persona y noche en temporada alta), en un contexto de bajada casi
generalizada de precios. Como se afirma en el mismo, “el sector está haciendo
un gran esfuerzo para ajustar los precios como forma de incentivar la demanda”.
Si a eso le unimos, en nuestro caso, su carácter netamente nacional y de
proximidad, su elevada estacionalidad (fines de semana y periodos vacacionales)
y unos grados globales de ocupación muy bajos (con datos de 2012 -los últimos
disponibles-, 12’76% por plazas, 22,70% por plazas en fin de semana y 14,65%
por habitaciones, según la citada encuesta del INE), la preocupación, en su
vertiente cualitativa, está más que servida. Sólo los datos cuantitativos de la
tabla anterior nos pueden llevar a ver un espejismo.
Aunque
el asunto no es tan simple y tiene muchas más aristas, a un profesional con
muchos años de experiencia en esto del turismo le escuché decir hace poco que
"competir en precios es el precio que tienes que pagar por no conocer a tu
cliente", pues te impide diferenciarte. Esta sigue siendo una de nuestras
asignaturas pendientes en Huelva en su conjunto como destino turístico: la
falta de un esfuerzo sistemático, permanente y con bases científicas para monitorizar
y conocer mejor el mercado (nuestros clientes potenciales), que nos permita
identificar aquellos segmentos que prioritariamente nos interesa atraer y cuál
debe ser la propuesta de valor que hemos
de presentarles para obtener su aprobación/satisfacción, adaptándonos a cada
uno de esos públicos-objetivo.
El
turismo rural está íntimamente ligado al patrimonio con que cuenta el
territorio, sea natural o cultural (tangible e intangible), que ha de ser
adecuadamente gestionado para que no sufra de abandono, sobreexplotación o
banalización, defraudando las expectativas de los viajeros (turistas o
excursionistas). Y esa gestión requiere de una estrategia, de un plan, de una
hoja de ruta, que no se reduce a la promoción, con ser ésta importante. Ha de
ser una estrategia integral que incluya su conservación/sostenibilidad, la
accesibilidad al mismo, la educación (ambiental, cultural) y la obtención de la
financiación necesaria, a través de alianzas público-privadas, aprovechando las
políticas de responsabilidad social corporativa de las empresas. Sin olvidar la
coordinación entre las Administraciones Públicas. A más a más, falta por
definir el modelo de desarrollo turístico que queremos para la provincia, que
ha de implicar, necesariamente, a la sociedad en su conjunto: el turismo es
cosa de todos, tanto más cuando hoy las tecnologías nos facilitan enormemente
el trabajo colaborativo a través de redes (de personas interesadas, de
especialistas, de museos, etc.).
Publicado en HEconomia el 4/3/2014
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