Para sobrevivir en el escenario endiabladamente complejo en
el que España se encuentra es imprescindible que seamos más competitivos, y
para ello innovación e internacionalización son dos pilares sin los cuales no
podremos salir adelante. Es fundamental, pues, que alineemos nuestras
decisiones y acciones en torno a estos dos ejes, haciendo pivotar sobre ellos
las políticas que afectan a la economía y la empresa.
El profesor norteamericano Richard Florida, con su modelo de
las 3Ts del desarrollo económico y las clases creativas, pone el acento en la
tecnología, el talento y la tolerancia. Siguiendo esta propuesta, estos serían
los tres ingredientes que habríamos de combinar en nuestra particular fórmula
de salida de la crisis.
-Empezamos por el primero: tecnología. El reciente informe
del World Economic Forum titulado “The Global Information Technology Report 2012” revela algunas de
nuestras debilidades principales, que llegan a ser extremas y crónicas. España
ocupa el puesto 38 (sobre 142), no muy brillante para la novena economía del
mundo por el volumen de su Producto Interior Bruto. Pero lo más interesante son
algunos detalles, que nos sitúan muy a la cola: para abrir un negocio ocupamos
el puesto 97 tomando en consideración el número de días que se tarda, y el 110
por el número de procedimientos requeridos (o sea, la pesada carga
burocrática); la telefonía celular móvil es, en términos relativos, muy cara:
estamos en el lugar 134 (record nacional); la calidad de nuestro sistema educativo
nos sitúa en el puesto 98, y, singularmente, la calidad de la educación en
matemáticas y ciencia en el 111; la formación del personal de las empresas en
estas tecnologías nos lleva a la posición 90; por último, para no alargar el
sonrojo, si tomamos algunos indicadores relativos al Gobierno, en cuanto a la
prioridad que éste da a las tecnologías de la información y las comunicaciones
(TICs) y la importancia de las mismas en su visión de futuro, España se sitúa
en las posiciones 94 y 99, respectivamente. Convendrá conmigo, apreciado/a
lector/a, que, aunque en otros indicadores estamos mejor, hay mucho espacio
para la mejora, entre otras razones porque estos indicadores son manejados por
los inversores internacionales cuando toman sus decisiones (los llamados
mercados, que no son entelequias, sino individuos de carne y hueso como usted y
como yo, que buscan rentabilizar sus recursos poniendo en la balanza el riesgo
de las opciones de inversión).
-El talento individual es el segundo de los factores. Se suele
entender por tal la combinación de competencia, compromiso y acción. Aunque mi
impresión es que falta mucho compromiso en nuestra sociedad (el pasotismo, el
no complicarse la vida, se ha instalado de forma alarmante), cierto es que
mucha gente competente, en especial jóvenes, está emigrando en busca de
oportunidades que hoy por hoy su país no les ofrece. Es una nueva ola de
emigración, ahora de personas bien formadas. O sea, el país hace un esfuerzo
(por más que se discuta acerca de la cantidad y la calidad de esa inversión) en
la cualificación de sus profesionales y los mejores marchan a producir, a
generar riqueza, en otros: una inversión sin retorno es un pésimo negocio, y
particularmente ésta, que nos conduce inexorablemente a la mediocridad. Probablemente
tengamos que cambiar nuestra mentalidad, en el sentido de que hay que formar a
las nuevas generaciones para que sean capaces de competir y de aprovechar las
oportunidades allí donde estén en cada momento, con una perspectiva global.
Recordemos que, según cálculos del Instituto Nacional de Estadística, el total
de personas que en 2011 abandonaron España en busca de un futuro mejor ascendió
a 507.740. Por primera vez en la historia nuestro saldo migratorio ha sido
negativo.
-Y por último la tolerancia. Vivimos en un mundo
crecientemente diverso, y la gestión de la diversidad requiere reforzar el
valor de la tolerancia; asimismo, para innovar hay que experimentar, y ello
exige cierta tolerancia al error. La diversidad, bien manejada, es fuente de
creatividad y progreso, pero mal conducida es fuente de conflictos. La
experimentación y el error, bien llevados, son una poderosa fuente de
aprendizaje y crecimiento personal.
Me preocupa la fuerte y creciente polarización que observo
en nuestra sociedad. Los líderes políticos y sociales debieran controlar los
mensajes que lanzan, ser más tolerantes y constructivos. Una vez que se
desencadenan ciertos movimientos puede ser muy difícil controlarlos, dada nuestra
visceralidad: si se nos van de las manos nos pueden hacer mucho daño, quizás
irreparable. Tomemos conciencia de ello, por favor.
---
Publicado en Huelva Información el 2-5-12, p. 6.
No hay comentarios:
Publicar un comentario