El mundo evoluciona a impulsos de grandes vectores de
cambio, sean políticos, económcos, sociales o tecnológicos. Lo eco, lo verde,
lo sostenible...es uno de esos vectores que, cómo no, afecta al turismo en
todas sus vertientes: su impulso requiere de decisiones políticas que acompañen
a las empresariales; tiene implicaciones económicas notorias, convirtiéndose en
un segmento de mercado cada vez más atractivo; responde a una demanda social
cada vez más extendida y arraigada, que valora ese perfil a la vez que reclama
de los agentes públicos y privados las correspondientes inversiones; los
avances tecnológicos refuerzan aún más tal posicionamiento, con el desarrollo
de tecnologías que hacen posible un uso cada vez más eficiente de los recursos
(agua, energía) y la minimización del impacto en el medio ambiente (reciclaje,
disminución de la huella de carbono).
Esta dmensión eco o verde está, por tanto, muy presente en
dicha propuesta, como no puede ser de otra manera en un territorio con un medio
natural tan extenso como variado, a la par que protegido (un tercio del mismo
aproximadamente) a través de figuras diversas. Trabajaremos para, según
extraemos de dicha visión: “Construir su desarrollo sobre las pautas de un
crecimiento (Europa 2020): inteligente (soportado en la educación, las nuevas
tecnologías digitales y la innovación); sostenible (competitivo a la vez que
eficaz en el aprovechamiento de sus recursos climáticos, energéticos y de movilidad
para reducir su huella en el medio ambiente) e integrador (con una vertiente
social que favorece la inclusión de colectivos desfavorecidos, la accesibilidad
y, en definitiva, la generación de actividad –reducción de la pobreza, creación
de empleo- en las comunidades receptoras)”.
Hacer realidad esta visión requiere de un proyecto
compartido que oriente la acción de los múltiples agentes que componen el
mosaico turístico, entre cuyos ejes debe estar la innovación: coloquemos la
innovación en el corazón de toda la arquitectura de nuestro modelo de
desarrollo. Y dentro de ella, la innovación verde.
La gran dificultad está en que el turismo, además de un
fenómeno social, es una actividad económica con un peso cada vez mayor en
nuestra economía, nunca más fácil de visualizar ahora que estamos en la recta
fnal de la temporada estival. Sin embargo, los confines de este sector de la
economía son difusos y, por tanto, deben ser esclarecidos.
Asumamos que dicha actividad económica es la que se genera
en torno a la figura y necesidades de las personas que viajan y visitan un
lugar distinto al de su residencia habitual, sea con fines de ocio, por
negocios u otros motivos. Esta figura, la del visitante, incluye dos
categorías, la del turista (que pernocta en el lugar de destino) y la del
excursionista (que no pernocta). Nuestro “target”, por tanto, estará compuesto
por el conjunto de empresas que prestan servicios a esos visitantes, turistas y
excursionistas. Esta oferta, con la que se atiende la referida demanda, se
conforma tanto por empresas productoras como por empresas distribuidoras:
-Entre las primeras están las empresas que prestan servicios
de alojamiento (hotelería, sea urbana o rural) en sus distintas modalidades, de
restauración (restaurantes, cafeterías, bares, etc.) y de transporte (sea
aéreo, terrestre o marítimo, incluido el alquiler de vehículos). También
incluiríamos aquí a las empresas y profesionales de la denominada oferta
turística complementaria (como actividades de ocio y animación de todo tipo;
guías de turismo).
-Entre las segundas se encuentran las agencias de viajes
(mayoristas-minoristas, emisoras-receptoras, tradicionales-on line).
En suma, si consideramos,
siguiendo a la
Organización Mundial del Turismo, como ramas directamente vinculadas
con el turismo las de hotelería, agencias de viajes, transporte, ocio y
cultura, todas ellas deben alinearse en torno a ese concepto verde del turismo
provincial (por ejemplo, el movimiento de las vacaciones orgánicas está cada
vez más extendido en el mundo), trasladando al exterior claridad de ideas,
coherencia y cohesión, a partir de un liderazgo que hoy por hoy sigue pendiente
en el caso de Huelva (gran talón de Aquiles de nuestro aún invertebrado
destino).
En el evento «La innovación verde en el turismo» (Río de
Janeiro [Brasil], 19 de junio de 2012) celebrado en el marco de la reunión de
Río+20, se puso de relieve que los cambios en las prácticas turísticas pueden
redundar en importantes beneficios y estimular el cambio hacia una mayor sostenibilidad
dentro de la cadena de suministro del turismo y en otros sectores. Las
comunicaciones demostraron que prestar más atención a la sostenibilidad, y en
particular a la innovación verde, puede llevar a que se creen más puestos de
trabajo y a que se reduzcan los impactos ambientales y puede reducir los costes
e incrementar las ventajas competitivas de las empresas y los destinos,
mejorando a la vez la experiencia del visitante.
A pesar del significativo progreso alcanzado, la innovación
sigue encontrando obstáculos, entre ellos la falta de sensibilización de los
turistas, muchos de los cuales son reacios a pagar un precio más alto por unas
vacaciones sostenibles; la falta de información de las empresas en su
percepción de los costes de las inversiones; la limitación del acceso a la
financiación de las microempresas y las empresas medianas; o la falta de
integración política entre sectores clave como el turismo, el transporte, la
energía y el medio ambiente.
Alain Dupeyras, Jefe del Programa de Turismo del Centro de
Emprendimiento, Pymes y Desarrollo Local de la OCDE, afirmó: «Un enfoque más estratégico a la
hora de fomentar la innovación verde en el turismo requerirá una mayor
coordinación política horizontal y vertical para, por ejemplo, mejorar el acceso
a la financiación necesaria para que las pequeñas y medianas empresas puedan
sufragar sus esfuerzos en el ámbito de la innovación verde».
Ese es, precisamente, lo anotábamos más arriba, nuestra gran
asignatura pendiente: la referida por el Sr. Dupeyras como “coordinación
política horizontal y vertical”. Tenemos un problema de organización que nos
limita extraordinariamente; es grave y ya demasiado duradero, pero lo positivo
es que su solución sólo depende de nosotros: está en nuestras manos. ¿Quizás un
consorcio público-privado, que ejerza como ente gestor del destino, más allá de
lo que es la promoción del mismo? Los empresarios también pueden dar su paso
adelante, no sólo esperar a la iniciativa pública.
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Publicado en heconomia.es el 3-9-12.
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