Pero detrás de la frialdad de todo ello no podemos olvidar la calidez de las personas, que son quienes ponen el cerebro, además del corazón y el alma. El lado humano del turismo es esencial para que esta industria pueda desarrollarse y funcionar bien. Los motivos son múltiples:
-Las tecnologías son muy importantes, qué duda cabe, pero por si solas no generan ventajas competitivas sostenibles: esto sólo es posible mediante la adecuada combinación de recursos tecnológicos y no tecnológicos (humanos y de gestión).
-Sin un liderazgo en las empresas y en el destino (cerebro), no iremos por buen camino, o simplemente no sabremos cuál es el camino, por más que tengamos infraestructuras de todo tipo y datos para tomar decisiones. Cuanto más alta es la responsabilidad, más acentuada debe ser la competencia para establecer una visión (un modelo de desarrollo turístico) y lograr la adhesión de los socios o aliados necesarios.
-Sin la participación primero y el compromiso después de las comunidades receptoras de los flujos turísticos, no hay modelo que pueda ser sostenible. La sostenibilidad no es sólo económica o ambiental, sino también social.
-Sin personas con talento, espíritu de servicio y capacidad emprendedora, tampoco lograremos los resultados apetecidos.
-Sin una adecuada formación y profesionalización de los recursos humanos afectos a esta actividad económica, defraudaremos las expectativas de un cliente cada vez más informado y exigente.
-Sin la creatividad de las personas, como punto de origen de la innovación, no estaremos avanzando en la senda que delimita la nueva economía turística del siglo XXI.
-El turismo es una actividad económica intensiva en mano de obra, pero también cada vez más intensiva en conocimiento.
-Sin empleados debidamente cualificados, motivados y con los medios adecuados para poder hacer bien su trabajo, no conseguiremos prestar un buen servicio, satisfacer a la clientela y ser rentables. No sólo se trata de ser rentables ahora, sino seguir siéndolo en el futuro, fidelizando a nuestros clientes y/o provocando su recomendación.
-La persona (sea trabajador, visitante –turista o excursionista- o residente en el núcleo turístico) ha de estar en el centro de nuestra arquitectura estratégica si queremos ser competitivos. Hacemos lo que hacemos para incrementar el bienestar de todos ellos, si queremos tener un negocio que se sostenga a lo largo del tiempo.
-La persona (a través de su comportamiento, de su hospitalidad, de su estilo de vida, etc.) es la mayor fuente de diferenciación de una empresa y un destino. Es la mayor fuente de autenticidad del mismo. El turismo es cada vez más un turismo experiencial y de relaciones. El turista no pasa por el destino, sino el destino por el turista, dejándole un poso.
La gran pregunta es si lo estamos aprovechando lo suficiente en la provincia de Huelva. Si somos conscientes de todo ello y está entre nuestras prioridades, porque ésta es la base que sustentará todo lo demás. Todas estas piezas, además de otras, tienen que encajar en el complejo puzle de una planificación turística que, hoy por hoy, no existe, y debe existir.
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P.D.: En este sentido, mi solidaridad y deseos de continuidad para la Escuela de Hostelería de Islantilla. El sector turístico necesita de estos profesionales.
otima reflexão!
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