El concepto científico que usaremos en esta ocasión para articular un mensaje socialmente útil es el de “meme”. Un meme es un elemento de una cultura o sistema de conducta que puede ser transmitido de una persona a otra, de una mente a otra, de una generación a otra por medios no genéticos, especialmente la imitación. Como componentes básicos de la cultura, los memes influyen en todos los aspectos de la conducta humana.
Mientras el gen explica la evolución natural y la supervivencia, el meme explica la evolución cultural y su supervivencia. Mientras que los genes compiten para ser copiados cuando las plantas y los animales se reproducen, los memes compiten para ser almacenados en nuestra memoria y pasados a otro individuo, sobre todo a través de la educación (en la familia, en el sistema educativo…).
La llave para influir en el pensamiento colectivo está en identificar los inductores de la propagación social, la imitación, la replicación y la transmisión de los memes. Y eso es clave, por ejemplo, cuando estamos, como ahora, en modo electoral, permitiendo a los individuos adquirir, modificar y/o mejorar sus memes, incidiendo así en su voto.
El enfoque memético consiste, pues, en preguntarse por qué ciertos memes se expanden. Apliquémoslo a nuestro caso, en el que hay algunos muy fecundos y longevos que acaban por transmitirse inconscientemente. Por ejemplo: en Huelva tenemos las mejores playas, el mejor jamón, las mejores gambas, el mejor entorno natural, las mejores fiestas….de toda la vida. Esto tiende a promover un comportamiento autocomplaciente, conformista, pasivo: ¿si aquí todo es maravilloso, para qué cambiar? Lo que no lo es se oculta, o en el mejor de los casos queda en un segundo plano: no nos vamos a flagelar a nosotros mismos…seríamos estúpidos. Lo damos, sin darnos cuenta, por hecho; lo consideramos como una verdad absoluta; y quien nos lo cuestiona nos hiere, aunque sea para hacernos ver que es preciso mirar más allá de nuestro ombligo.
Otro meme: ¡A ver si el gobierno nos da trabajo…! Cuántas veces lo habremos escuchado…La resultante, nuevamente, es una actitud pasiva. Que vengan otros a arreglar mis problemas, sin tomar yo mismo el toro por los cuernos, es decir, las riendas de mi propia vida.
Uno más: la resignación ante el subdesarrollo (véanse las tasas de desempleo y otros indicadores económicos) porque durante décadas nadie, ni unos gobiernos ni otros, nos hizo caso e invirtió aquí. La búsqueda del enemigo exterior para justificar carencias propias. La resultante? Otra vez pasividad y falta de ambición: no hay nada que hacer. ¿No será que no hemos aprendido a hacer las cosas de otra forma, o que hemos carecido de poder político suficiente?
Estos y otros memes han calado en el subconsciente colectivo, y eran el soniquete que a muchos gustaba escuchar pese a que seguimos a la cola de casi todo. Les venía bien para justificarse o para que las cosas sigan igual. Esto explica que el estatus quo de Huelva haya cambiado muy poco durante décadas: ciertos memes habían colonizado nuestras mentes. Pero quienes siguen viendo nuestra sociedad así, no están percibiendo cabalmente el cambio, aunque éste sea progresivo.
Empiezan a surgir otros memes, con gente abierta a escucharlos, para cambiar esa autocomplacencia, ese conformismo, esa resignación, esa pasividad, esa falta de ambición que no nos lleva más que al retroceso, porque estancarnos en la sociedad actual significa retroceder. Y surgen no de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba: la sociedad es ahora diferente.
Es lo mismo que aquel famoso meme que acuñó Unamuno y que tanto ha lastrado la mentalidad española y nuestro progreso: ¡Que inventen ellos! Hoy, sin embargo, sabemos que o inventamos nosotros o morimos. El meme dominante cambió. Lo mismo debe suceder en la cultura onubense, que para nada se contrapone con la autoestima colectiva, bien al contrario. Nos vamos a sentir más orgullosos si conseguimos cambiar desde abajo las maneras de pensar y, a partir de ahí, las maneras de hacer y gobernar, así como los resultados.
Una última reflexión apoyada en este concepto científico que nos ha servido como hilo conductor: conforme la predisposición de la gente para la imitación aumenta (y mi percepción es que nuestro caso es ese, porque no nos han estimulado a ser críticos y a cuestionarnos lo que nos “venden”), los memes son más fáciles de ser copiados y extendidos por todas partes. Atención a esto como aviso a navegantes. Sin autocrítica, sin cambio, no hay progreso, aunque a veces, al principio, duela.
¿Veremos caer el muro de los viejos memes?
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