Me refiero a la entrevista publicada en el día de ayer, en la que aludía al primer concepto como una oportunidad y al segundo como un asunto pendiente a nivel provincial: https://www.huelvainformacion.es/huelva/Alfonso-Vargas-oportunidad-reposicionar-Huelva_0_1584443067.html
Aunque ambos están
relacionados (el segundo nos debe llevar al primero), me valdré de algunas reflexiones y datos para ser más explícito.
Como cualquier producto,
un destino turístico debe ser reconocido por el cliente/turista por determinados
atributos movilizadores de la acción de compra. Es algo que los estrategas
intentan lograr a través, sobre todo, de acciones de marketing apoyadas en una marca, consistentes en
el tiempo y en su mensaje en función del público que se desea atraer.
Por tanto, lo primera
tarea es definir los perfiles de esos públicos diana y, en función de las
características de cada uno de ellos, construir un producto y un mensaje
apelativo sobre la base de qué es lo que les moviliza y el destino les puede
ofrecer en función de sus recursos (también de cuáles son los elementos que les
disuaden). Evidentemente, familias con niños o parejas sin niños son segmentos
diferentes que han de ser abordados de forma distinta, de la misma manera que
la oferta, el mensaje y el canal no pueden ser los mismos si queremos atraer nómadas
digitales o turismo senior internacional. Necesitamos acciones específicas, no
genéricas.
Definir un modelo para el
destino significa, entre otras cosas, definir cómo nos posicionamos en el
mercado turístico nacional e internacional, con las ideas claras acerca de esos
públicos diana y de cómo llegar hasta ellos para convencerlos con nuestra oferta
y nuestro mensaje. Al final, el éxito o el fracaso se consigue en la mente del
turista/cliente, si logramos que éste nos perciba tal y como deliberadamente
queremos. El peor escenario es que ni siquiera nos reconozca (la no imagen).
Para ello, las ideas fuerza
tienen que ser muy nítidas y consistentes con los recursos del territorio. En
un destino que destaca, sobre todo, por su patrimonio natural, parece claro que
la eco-sostenibilidad debería ser una de ellas, pero no basta con decirlo
(ahora todos lo dicen), sino que hay que demostrarlo con hechos (por ejemplo,
apostando por la aplicación de los principios de la economía circular en los
destinos).
Igualmente, la calidad es
otra de esas ideas fuerza, que si no las respaldamos de forma inequívoca quedará
en un mero envoltorio de comunicación sin una base sólida que la sustente. Pongamos
el ejemplo de las certificaciones de calidad. El cuadro siguiente muestra una serie de datos comparativos correspondientes al año 2020.
Nº de certificaciones |
Provincia
de Huelva |
Provincia
de Cádiz |
Provincia
de Almería |
Total
Andalucía |
Q de Calidad Turística (a) |
9 |
83 |
40 |
320 |
Safe Tourism Certified (b) |
7 |
32 |
56 |
293 |
SICTED (Sistema Integral de
Calidad Turística Española en Destinos) (c) |
3 |
6 |
4 |
51 |
Playas con bandera azul (d) |
7 |
32 |
32 |
100 |
Fuentes: (a) https://www.calidadturistica.es/Index.aspx?IdPage=EntidadesCertificadas (b) https://www.calidadturistica.es/Index.aspx?IdPage=EntidadesCertificadasSTC (c) https://www.calidadendestino.es/Contenidos/ConsultaDestinosEstablecimientosDistinguidos.aspx (d) http://www.banderaazul.org/playas-2020
Los datos hablan por sí solos, y sin reconocer nuestros espacios para la mejora no será posible avanzar. Como en tantos otros, éste no es un problema de promoción, sino de apuesta estratégica y gestión del destino. Este ejemplo es sólo un botón de muestra de esa falta de definición de nuestro modelo, que, sobre la base de ejes fundamentales como la calidad y la sostenibilidad ambiental (entre otros), ha de ser un modelo que aporte diferenciación, singularidad sobre nuestros más directos competidores. Sólo así podremos aprovechar en la mayor medida posible las oportunidades que nos brindan los cambios derivados de la pandemia.
Tiempos de cambio son tiempos
de oportunidades, pero más que las palabras importan los hechos; no tanto lo
que se dice, como lo que se hace y se puede acreditar. El conformismo derivado
del buenismo que a menudo nos caracteriza es un freno al progreso.
(Post nº 372 en este blog)
No hay comentarios:
Publicar un comentario