El observatorio que
nunca existió, o el puente que institucionalmente nunca existió, es una de las
muchas piezas que aún quedan por engranar en la compleja maquinaria que ha de
propulsar el turismo provincial. Ninguna de las partes implicadas (los agentes públicos
y privados del sector, por un lado, y la universidad, por otro, en referencia a
sus representantes) parecen haber sentido hasta el momento la necesidad de
formalizar ese “puente” (mejor con nombre y alcance distinto al de
observatorio -quizás centro de estrategia turística-), aunque informalmente
estaba construido antes de la crisis y otros cambios que acontecieron coetáneamente,
con proyecto para su consolidación incluido.
En la Universidad
acaba de empezar una nueva etapa, que debería clarificar en qué medida el
turismo es una apuesta de futuro y se desea potenciar, incluyendo, claro está,
la investigación y la transferencia. No obstante, todo “matrimonio” es cosa de
dos, y el sector también debería expresar en qué grado le interesa apoyar y
contar con la universidad.
Esto es
fundamental, porque:
-Las autoridades
competentes deben tener claro, como así parece, el modelo de desarrollo que se
quiere para la provincia, en el que no cabe duda que el turismo es, y debe ser aún
más, una de sus actividades claves.
-Una universidad de
ámbito provincial, sin perjuicio de su universalidad, debe estar
prioritariamente al servicio del territorio en el que se asienta, y eso
requiere un perfecto alineamiento entre lo que la provincia necesita y la
universidad ofrece. En otras palabras, si la provincia apuesta por el turismo,
la universidad tiene que acompañar esta apuesta para que sea ganadora. No
podemos permitirnos que las necesidades y aspiraciones de la provincia vayan
por un lado y los esfuerzos de la universidad, como principal agente generador
y transmisor de conocimiento, vayan por otro. No pueden divergir: bien al
contrario, sus responsables han de empeñarse en hacerlos converger.
Pongo otro ejemplo.
Si la provincia de Huelva tiene razones bien fundadas para aspirar a ser
reconocida a nivel mundial como un punto de referencia en todo lo relacionado
con las “berries” (fresas, frambuesas, arándanos, moras), la Universidad de
Huelva tiene necesariamente que apostar, con políticas institucionales
proactivas, por ser puntera en los diferentes aspectos vinculados con las
“berries”, hasta llegar a convertirse en un potente núcleo generador de
conocimiento y con capacidad para atraer talento. Es la única forma de poder
liberar todo nuestro potencial, que de lo contrario quedara parcialmente
cautivo y las realizaciones recortadas.
La principal limitación
está, pues, en nosotros mismos, en nuestra capacidad para organizarnos y de
avanzar coordinadamente compartiendo la visión de hacia dónde queremos ir.
Volviendo al
turismo, esa capacidad de auto-organizarnos es trascendental para poder avanzar
sobre las bases que siguen:
-Fase 1. Pasar de
un modelo de financiación y gestión publica de la promoción del destino a un
modelo consorciado de naturaleza mixta público-privada.
-Fase 2. Insertar
la promoción del destino dentro del concepto más amplio de gestión del destino.
Se trataría, por consiguiente, de crear un ente gestor del mismo, como
mecanismo de coordinación entre todas las partes implicadas en el mosaico turístico
provincial. En él la promoción sería uno de sus ejes, sin duda importante, pero
no su única misión.
-Fase 3. Trascender
hacia un ente gestor de la marca Huelva, dentro del cual estaría el turismo,
pero no solo. Huelva tiene un problema de imagen (o incluso de no imagen)
exterior, que acaba por afectar al turismo provincial, del mismo modo que el
turismo es una herramienta potente para influir en la imagen que se transmite
de la provincia. Se es productor y producto a la vez, característica propia de
los sistemas complejos.
Todo esto debe
entenderse como un compromiso estable a largo plazo, no como acciones esporádicas
que, aunque bien intencionadas, no generan efecto alguno (recordemos la campana
“Huelva más allá”).
Es tiempo de altura
de miras. Veremos qué pasa, si bien mejor no crearse demasiadas expectativas,
aunque, ojala, esta vez la historia de la inacción y los desencuentros no se
repita.
La Universidad debe
implicarse al máximo en estudiar y atender las necesidades de nuestros
conciudadanos, pero se ha de compartir esta convicción y se ha de contar con líderes
capaces de articular los mecanismos necesarios, esos que en el caso del turismo
nunca existieron, mas allá de acciones puntuales e intentos con más voluntad
que frutos de algún que otro quijote como un servidor, sin ningún poder de
influencia más que el de su ‘gravitas’, que evidentemente cuenta poco en nuestra
comunidad local, a diferencia de otros sitios.
Las cosas desde
fuera se ven de otra manera, y cuando te mueves un poco por el mundo te das
cuenta de lo mucho que aún nos queda por hacer. Es así como lo estoy viviendo
en el momento de escribir estas líneas. Esto se mueve muy rápido, y tenemos que
cambiar el paso.
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Publicado en HEconomia el 8/7/13
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Previos posts:
EL OBSERVATORIO QUE NUNCA EXISTIÓ (I):
https://alfonsovargassanchez.blogspot.com/2013/05/el-observatorio-que-nunca-existio-i.html
EL OBSERVATORIO QUE NUNCA EXISTIÓ (II):
https://alfonsovargassanchez.blogspot.com/2013/06/el-observatorio-que-nunca-existio-ii.html
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