“El Muro de lo que podríamos hacer” tiene dos
partes. A esta primera, dedicada al turismo en la capital, seguirá una segunda
pensada para el turismo provincial.
A Javier Rodríguez Zapatero, andaluz (cordobés
por más señas) y director general de Google para España y Portugal, le leí hace
poco una frase de la que tomé buena nota: "Hay que tener una saludable
falta de respeto por lo imposible".
Huelva es una ciudad en transformación,
obligada diría yo. De una ciudad de base industrial, viene transitando desde
hace tiempo, poco a poco y al hilo del retroceso de la industria química y
básica, hacia una urbe amable virada a los servicios, en el que el binomio
turismo/ocio ha de jugar su papel. Véase sino el proceso de peatonalización que
ha ido produciéndose en su entramado urbano. Deberíamos poder conjugar ambas actividades
(una economía diversificada es una economía más fuerte), pero a nadie se le
ocultan las dificultades (por el tipo de industria que hemos heredado), la controversia y hasta la división que
existe en la ciudadanía, así como por la incapacidad colectiva para resolver el
problema de los residuos, en especial los de las balsas de fosfoyesos.
Parecería que es una misión, sino imposible,
bastante difícil la de convertir Huelva capital en un destino turístico, pero
como caracterizan a estos artículos de opinión, vamos a aplicar esa saludable
falta de respeto a la que antes se aludía con el mismo afán constructivo de
siempre: la principal limitación está en nosotros mismos, en nuestras ideas,
en nuestra creatividad, en nuestro
arrojo. No seamos nosotros quienes de entrada nos pongamos los límites; seamos
realistas, porque los recursos son los que son, pero pensemos en grande.
He aquí una lista de actuaciones que podríamos
(y pienso que deberíamos) hacer para relanzar el turismo en la capital
onubense:
1.-Aprovechar el efecto capitalidad.
Simplemente por ser la capital muchos turistas que están en la costa se acercan
a Huelva: hagamos que se sientan cómodos entre nosotros enfatizando ese
carácter amable y acogedor de una ciudad relativamente pequeña en la que sus gentes se vuelcan con quienes
nos visitan porque nos sentimos orgullosos de ello. Eso requiere de una alianza
ciudadana que hay que seguir labrando, hasta que el surco sea suficientemente
profundo. Como dijo el filósofo chino Confucio, “No es posible enseñar a otros
si no puedes enseñar a tu propia familia”. Enseñemos a nuestros propios
conciudadanos los valores de todo tipo de encierra la ciudad, para que ellos
sean nuestros mejores embajadores. Esto es consonante con estudios que hemos
realizados que constatan su actitud muy favorable hacia el desarrollo de un
turismo (sostenible) en la localidad a la vez que un bajo nivel de conocimiento
de sus planes de desarrollo turístico. Estos (así se decía en el plan
estratégico de turismo sostenible de la ciudad que hace unos años se elaboró) han
de ser hechos con la participación y complicidad de quienes aquí residen, y
dentro de un modelo de ciudad que ha ser explicitado antes, a través del
correspondiente plan estratégico.
2.-El turismo en la capital es muy dependiente
de los flujos turísticos que recibe la costa. Difícilmente el turismo en la
capital va a crecer si a nivel provincial (sobre todo en la costa) el turismo
no despega. Esta realidad exige de una estrecha colaboración entre todas las
administraciones públicas involucradas. El color político no debiera haber sido
un impedimento, pero lo ha sido: ahora no hay excusa.
3.-Vender el potencial de la capital como enclave
desde el que es posible visitar cómodamente buena parte de la provincia y del
Algarve portugués: vender, pues, Huelva capital y su interland, con playa, espacios naturales, golf (dos campos en su
área metropolitana), etc. Cuenta con ventajas comparativas, a parte de la
cercanía a casi todo (en coche, claro): el alojamiento es más barato (aunque
faltaría alguno con piscina y servicios complementarios), la oferta
gastronómica es buena y variaba…faltaría una mayor y atrayente oferta cultural,
más allá de las fiestas locales. ¿Por qué no, por ejemplo, un tren del vino,
que conectara Huelva con La Palma en las épocas y días del año más adecuados?
No estaríamos inventando nada: lo hacen en otros lugares.
4.-En línea con ese potencial vinculado al
turismo gastronómico, Huelva debe plantearse ineludiblemente el objetivo de
obtener una estrella Michelín. Y no es una utopía, a tenor de cómo ha
evolucionado la restauración en los últimos años. El apabullante fenómeno de
los foodies hace que la ecuación
tradicional cambie: el atractor principal es la restauración, mucho más si se
obtiene y se promociona bien esa referida estrella. Después habremos de
convencerlos con nuestra oferta cultural y de ocio en general para que lleven a
cabo otras actividades en nuestra ciudad, elevando su nivel de gasto.
5.-La gastronomía no es el único recurso:
hemos de aprovechar todos nuestros recursos idiosincrásicos, aquellos que nos
hacen diferentes, únicos: arqueológicos, cabezos, patrimonio (barrio obrero,
muelles cargaderos de minerales…), personajes ilustres…Lo primero “Conócete a
ti mismo”, como dijo Sócrates, filósofo ateniense de la antigua Grecia. La
riqueza arqueológica fabulosa con la que contamos, aunque esté bajo tierra (o
en el fondo del mar), puede ponerse en valor hoy en día con el uso de las
nuevas tecnologías; los cabezos (hoy abandonados) son miradores espléndidos, de
día y de noche; el patrimonio que nos singulariza debe protegerse y cuidarse
convenientemente; las rutas emocionales recreando las andanzas de nuestros
personajes ilustres (pintores, escritores, toreros…) nos permitirá recuperar
nuestro pasado, a veces injustamente relegado,
etc. Apoyemos a nuestros emprendedores con más talento, que los hay, a
poner todo esto en juego.
6.-La capital onubense puede contribuir
decisivamente a paliar la estacionalidad de nuestro turismo, si se consigue
mejorar su accesibilidad vía ferroviaria y marítima: turismo MICE (reuniones,
inventivos, convenciones, eventos), turismo de cruceros (con una terminal de
pasajeros digna en un lugar de atraque digno),,..
7.-Huelva tiene que trabajar muy seriamente
para resolver su severo problema de imagen, sobre todo, en estos momentos,
ligada a la contaminación. Esto no quiere decir que hayamos de tapar el
problema, sino resolverlo de una vez. Quizás debiera pensarse, más que en
acciones puntuales, en configurar un ente gestor de nuestra imagen pública, de
nuestra marca. Al mismo tiempo, porque no pocas veces el problema es de no
imagen, Huelva precisaría de algún “campeón” (quizás el museo del que se viene
hablando últimamente; edificios nobles para acogerlo no nos faltan, entre los
varios desde hace mucho tiempo vacíos y caminando hacia su inexorable ruina) y/o
de un gran evento con amplia repercusión mediática que la situara en el mapa nacional e
internacional.
En suma, los consumidores (turistas en este
caso) quieren productos que cuenten historias emocionales, que tengan magia y
que inspiren. Walt Disney lo resumió así: “Quiero ver sonreír la gente cuando
se va”. Ese debe ser el fin de todo lo que hagamos en esta nueva industria sin
chimeneas, que no es sólo fuente de puestos de trabajo poco cualificados, sino
que cada vez se define más como una industria intensiva en conocimiento.
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Publicado en Huelva Información, 12-7-15, p. 12
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