En la era del conocimiento, cuesta entender que la Universidad no termine de estar presente de forma más decidida en los grandes temas que preocupan a nuestros conciudadanos: unas veces por falta de iniciativa propia; otras porque no se le da ese papel por quien debiera conferírselo, si de verdad se cree (más allá de las palabras) en lo que fue la mayor y unánime reivindicación de la sociedad onubense, hasta llegar a convertirse, sin temor a equivocarme, en el gran hito en la historia contemporánea onubense. Esa realidad que tenemos hoy en día, impensable a finales de los años 80 y principios de los 90, nació de un proceso de abajo hacia arriba (no al revés), y es una lección que no debiéramos olvidar. Es algo que desde la unidad de acción social (mejor no referirse a la acción política, cuya lógica es diferente) se consiguió arrancar, literalmente.
Creo en un modelo de universidad profesionalizada y abierta, basada en la meritocracia y en el que ésta no es un mero apéndice de la sociedad, sino que tiene una voz en todo aquello que concierne al desarrollo social, cultural, económico del entorno al que prioritariamente sirve, sin perjuicio de la vocación global del conocimiento. Las decisiones corresponden a otras instancias, indudablemente, pero éstas pueden encontrar un valioso faro en la generación de conocimiento que desde la investigación científica se hace, en una suerte de equilibrio entre la investigación básica y la aplicada, valorando la transferencia a la sociedad de los resultados de lo que es parte de nuestro trabajo como académicos (además de la docencia y otras tareas).
Varios ejemplos, para que quede más claro:
-Tema fosfoyesos. Resulta extraño que la Universidad de Huelva, pese a las valiosas contribuciones que sus investigadores han hecho, no haya sido llamada hace tiempo a liderar ese proceso de estudio acerca de cuáles serían las soluciones viables a este sangrante problema, que como tantos otros se eternizan en el tiempo, se politizan y son objeto de fácil tergiversación según los intereses de cada parte. Aquí hay una parte neutral, que aportará resultados fruto de la aplicación del método científico, con investigadores íntegros y cualificados. Esto no es óbice para que si se necesita el apoyo de otros centros o institutos de investigación se alleguen, pero ¿no sería lo más lógico que el liderazgo fuera de nuestra universidad, que para eso la tenemos? Hay motivos más que sobrados para confiar en ella.
-Tema agroindustria y regadíos del Condado. Siendo una obviedad que la agroalimentación es y será un puntal fundamental en el desarrollo de la provincia, ¿cómo es posible que no contemos todavía con un centro o instituto de investigación en esta materia, diría incluso más específicamente en el tema de las berries, que sea referencia en España y hasta más allá? ¿Dónde debería estar si no el conocimiento más puntero en ese campo que en la principal provincia productora de España y de Europa? Existe un germen, el Centro de Investigación y Desarrollo de Recursos y Tecnologías Agroalimentarias (Ciderta), pero debe dotarse de mucho más contenido y de un enfoque multidisciplinar, ya que los problemas de la agricultura y del agua, por ejemplo, no pueden abordarse desde un enfoque exclusivamente agronómico, pues tiene implicaciones ambientales, geográficas, jurídicas, económicas, de gestión empresarial…Cabemos casi todos, pero la visión desde dentro de la universidad ha de cambiar.
-Tema turismo, el sector de las eternas potencialidades pero de las relativamente escasas realidades, en función de ese potencial. ¿Cómo es posible que en el siglo XXI los agentes del sector en esta provincia, públicos y privados, sigan sin entender que deben invertir (no gastar) en información y conocimiento? ¿Qué la obtención de datos primarios con los que apoyarse para la toma de decisiones comerciales o en cualquier otro tipo es algo elemental? De verdad que cuesta trabajo insistir en lo obvio, pero nuestra realidad es así de tozuda. Quizás no interese. No se trata sólo de ser sostenibles económicamente ahora, sino de seguir siéndolo en el futuro. Y necesitamos de un modelo de desarrollo que se desconoce, porque nunca se discutió seriamente sobre él ni se plasmó en documento alguno, que garantice también la sostenibilidad social y ambiental, a la par que nuestra capacidad para diferenciarnos en una industria globalizada (el sol y playa per se, desde luego, no lo logrará). Las infraestructuras son esenciales (aunque subordinadas en sus prioridades al modelo que se pretenda impulsar); la promoción también; pero ni tan siquiera ambas juntas son suficientes, sin un norte definido y explícito a través de un plan integral de acción
-Tema Parque Científico y Tecnológico (PCTH), capitidisminuido y casi limitado a un vivero de empresas. No cabe precisamente presentar el papel conferido a la universidad como destacado, aunque podría haberlo sido si algún proyecto estrella, como el del acelerador de partículas, se hubiera gestionado bien y hubiese cuajado. Parece que no se termina de entender que hoy en día lo verdaderamente sustancial no es lo tangible, sino lo intangible, y esto último está fundamentalmente en las universidades.
-En suma, tenemos una universidad fuerte en algunos campos del saber (no hay más que ver la lista de centros de investigación con los que cuenta, aunque no todos con el mismo nivel de actividad y proyección: http://www.uhu.es/vic.investigacion/centros.htm) pero débil en otros dominios que son fundamentales para la provincia, algunos de los cuales han sido referidos. Y aquí la propia universidad es, a mi juicio, la que debe dar el primer paso para empezar a trabajar en lo que nos falta, con más o menos recursos, pero empezar.
Definir esos dominios no es difícil, están estudiados, pero deben tratarse de la forma en que la complejidad de hoy en día demanda, es decir, de forma multi(pluri)disciplinar, e incluso interdisciplinar.
¿Para cuándo un liderazgo que ponga en marcha el modelo de la triple hélice, es decir, administraciones públicas, empresas y agentes del conocimiento trabajando al unísono? Yo invito a que la universidad no espere, sino que sea proactiva y dé los pasos que sean menester.
Como dijo el maestro Miguel de Unamuno,“Una utopía pasa a ser una posibilidad cuando cuatro o cinco personas creen en ella”. ¿Las tenemos?
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