Un personaje histórico que nos conecta con el
extraordinario legado musulmán/andalusí referido en el post anterior -
TURISMO HALAL: UNA OPCIÓN MÁS PARA LA PROVINCIA DE HUELVA (I)- es el geógrafo y cartógrafo del siglo XII conocido como Abū Abd Allāh Muhammad
Al-Idrīsī, o simplemente Al-Idrisi. La minuciosidad y el detalle de su descripción
geográfica del mundo le hicieron famoso, y, particularmente, nos permite
conocer cómo era Al-Andalus en aquel tiempo. Además de las descripciones
físicas de los lugares, añade itinerarios, características de la población,
recursos naturales, aspectos político-administrativos e incluso descripciones
de edificios. “Al-Idrisi comenta los mapas siguiendo itinerarios, como si se
tratase de una guía” (López Lara, 2008).
Su trabajo cumbre es el llamado “Libro de
Roger” (1154), realizado por encargo del rey normando de Sicilia Roger II, cuya corte
radicaba en la ciudad de Palermo. Para esta obra, considerada un auténtico
compendio del mundo conocido que le llevó unos quince años, Al-Idrisi realizó
un gran mapamundi orientado en sentido inverso al utilizado en la actualidad (es
decir, con el norte abajo y el sur arriba), repetidamente reproducido
posteriormente, conocido como la “Tabula Rogeriana”. De hecho: “Hasta el siglo
XV (descubrimiento de América) al-Andalus fue un Finisterre, una periferia
límite del orden conocido, el ámbito espacial del Viejo Mundo” (López Lara,
2008). Por ello, como señala Hibbs (2015), es bastante probable que Cristóbal
Colón conociera bien la “Tabula Rogeriana” y la usaran en sus viajes (Jayyusi, 1992).
Es importante tener en cuenta que en el
momento en que se produce dicho encargo, el reino normando de Sicilia se
encontraba en plena expansión, de forma que la circulación por el mar
Mediterráneo era fundamental, tanto por motivos comerciales como políticos, siendo
clave conocer correctamente la geografía.
Al-Idrisi fue un gran viajero: “De sus
escritos se deduce que recorrió la mayor parte de la mitad meridional de la
Península Ibérica, llegando hasta Lisboa por la costa atlántica y,
probablemente, hasta Valencia por la mediterránea, aunque demuestra un mayor
conocimiento directo de las actuales Murcia, Andalucía y el Algarbe portugués”
(Piqueras y Fansa , 2008). Así, Huelva no fue ajena a su interés, a la que
menciona en varias ocasiones en el referido “Libro de Roger”. En concreto:
“Esta provincia (Sevilla) limita con el
Aljarafe (Alxarf), situado entre Sevilla (Esbilia), Niebla (Libla) y el mar Océano, que comprende, entre
otros lugares fortificados, Hisn-alcázar (Castro Marín, cerca de Ayamonte), la villa de Niebla (Libla), Huelva (Welba), la isla
de Saltis (Gezira Saltis) y Gibraleón (Gebal-Oyûn)”.
Del Aljarafe (que así se llama porque se va subiendo desde que se sale de Sevilla) dice que “está todo cubierto de
olivos e higueras: se prolonga desde Sevilla hasta Niebla”, precisando que “las
plantaciones de olivares se extienden hasta el puente de Niebla”. Esta villa la
describe de la siguiente forma: “Niebla
es una villa antigua, bonita, de mediana extensión y ceñida por fuertes
murallas. A l oriente, corre un río que viene de las montañas y que pasa muy
cerca de ella bajo un puente. Se hace en Niebla bastante comercio y hay algunas
producciones útiles. Se bebe el agua de las fuentes que hay en un prado,
situado al O. de la villa. De Niebla al Océano hay seis millas.
Allí está un
brazo de mar, y sobre él la villa de Huelva, poco considerable, pero bien
poblada, ceñida por muralla de piedra, provista de bazares en los que se hace
negocio y se ejercitan en diversos oficios. Cerca de la ciudad está la isla
Saltis, que está rodeada por todas partes por el mar. Del lado del O. casi toca
al continente, pues el brazo de mar que la separa sólo tiene de ancho medio
tiro de piedra, y por este brazo es por el que se transporta toda el agua
necesaria para el consumo de sus habitantes. Esta isla tiene poco más de una
milla de longitud, y la villa está situada al mediodía. Allí hay un brazo de
mar que coincide con la desembocadura del río de Niebla y que se ensancha hasta
tener casi una milla, v los barcos le remontan sin cesar hasta el punto en que se estrecha, y no tiene más ancho que el del río, es decir, la mitad de un tiro
de' piedra. El río penetra en el mar al pie de una montaña, por encima de la
cual está la villa de Huelva, y de allí el camino conduce a Niebla.
En cuanto a la villa de Saltis no está rodeada
de murallas, ni tiene puerta alguna. Las casas están reunidas y hay un mercado.
Se trabaja el hierro, industria que se rechaza en otras partes, porque es muy
penosa, pero que es muy común en los puertos de mar, en los lugares donde
amarran los grandes y pesados barcos de transporte. Los Madjus (Normandos) se han
apoderado en varias ocasiones de esta isla, y los habitantes, cada vez que oían
decir que venían los Normandos, abandonaban la isla precipitadamente.”
Informaba, por ejemplo, que de Mértola á la fortaleza de Huelva había “2
jornadas cortas”.
El mapa siguiente muestra las localidades
citadas por Al-Idrisi en el Libro de Roger, que en el caso de la provincia
onubense son: Niebla, Huelva, Saltés, Gibraleón y Alájar. Naturalmente, otros
atractivos del legado musulmán/andalusí que atesora la provincia de Huelva podrían añadirse, enriqueciendo y ampliando dicha ruta cultural.
Al-Idrisi fue un ejemplo de que la convivencia, pese a sus dificultades, es posible: su vida transcurrió entre el Al-Andalus musulmán y la corte
cristiana de Sicilia, en una época compleja en la que en torno al Mediterráneo
giraban tres civilizaciones: el imperio bizantino, el mundo islámico y el
occidente cristiano. Si aprovechamos nuestros recursos y adaptamos
nuestra oferta en aspectos básicos para un turista halal, este producto podría
funcionar. Al-Idrisi es una fuente de inspiración y puede actuar como gancho para este tipo de turista.
¿Harán algo al respecto las autoridades competentes? Es una pregunta retórica. En la ciudad de Granada, quizás como ejemplo más reciente, sí (véase la medida nº 3):
https://www.granadahoy.com/granada/medidas-Plan-Turismo-Grandes-Ciudades-Granada_0_1439556556.html
Fuente: Piqueras y Fansa, 2008.
Nota: El término milla quiere decir “mil” y su origen es romano, mil pasos. Los árabes utilizaron un grado de latitud para calcular exactamente la milla: sobre un plano clavaron dos estacas separadas 1 grado y midieron esa separación estableciendo la milla, que equivale a 1,8 km. Es, pues, diferente a las millas que actualmente se emplean en algunos países como medida, que son de 1.609 metros.
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