Sintetizo seguidamente las principales ideas que vertebraron mi intervención en el Seminario Internacional “Turismo Sénior, Bem-estar e Sustentabilidade”, dentro del proyecto TURIVIVA+, que tuvo lugar en la Universidad de las Azores (campus de Ponta Delgada), el pasado día 2-12-22. Fueron básicamente tres:
1.-La desestacionalización
del turismo: un desafío difícil.
Su carácter estacional es
una de las características más definitorias de esta actividad económica, vinculada
a una disponibilidad para viajar condicionada, principalmente, por los
calendarios laborales y escolares, así como a la accesibilidad (particularmente
por vía aérea en los destinos insulares). Una “enfermedad” contra la que todos
los destinos intentan luchar, aunque en pocos casos con éxito. En la mente de
todos están los destinos vacacionales que, fuera de la temporada estival, se
convierten en núcleos fantasma con hoteles, viviendas y todo tipo de
establecimientos cerrados.
En esta lucha, la población
senior es un factor determinante, por tratarse de un segmento de personas sin
esas (o con menos) restricciones vinculadas al trabajo y la familia, así como
con unas condiciones de salud y económicas que les permiten viajar en cualquier
época del año, sobre todo fuera de las temporadas altas y masificadas.
Con todo, es importante hacer notar que se trata de un “target” objeto del deseo de muchos, tanto por razones demográficas ligadas al alargamiento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población (tamaño y crecimiento del mismo), como por su capacidad para viajar en función de su poder adquisitivo y de un estado físico que les mantiene más activos, por lo que es fundamental armar una propuesta de valor capaz de afrontar la cada vez mayor competencia existente a nivel nacional e internacional (más sobre el cambio demográfico y el aumento de turistas seniors en: https://ec.europa.eu/docsroom/documents/6924/attachments/1/translations/en/renditions/native).
2.-Qué se puede hacer: necesitamos
un plan.
Ese plan ha de pasar por
reconocer que se trata de un segmento que no es homogéneo: bien al contrario. La
edad no es, ni mucho menos, la única variable definitoria de este mercado,
aunque se pueda hablar de él a partir de los 55 años: es mucho más complejo que
eso. Por tanto, es básico conocer sus variadas motivaciones y expectativas. Hay
que conocer bien este mercado para poder identificar qué subsegmentos son los
que mejor encajan en las prioridades del territorio y en lo que el destino o la
empresa en cuestión pueden ofrecer.
Un plan en el que el
trabajo colaborativo entre Administraciones públicas y empresas turísticas es
esencial (los programas de turismo/termalismo social, como los del Imserso
español, son un ejemplo de ello), pero que debe ampliarse a la colaboración con
otros sectores adyacentes (agroalimentario, cultural, deportivo, ambiental) para
crear un ecosistema simbiótico que dé un servicio integral a este público
objetivo. Un botón de muestra sería el del turismo accesible e inclusivo. Ahora
que tan en boga están los llamados destinos turísticos inteligentes, conviene
recordar que la accesibilidad es uno de sus pilares.
Adicionalmente, no sólo
necesitamos conocer de dónde venimos (el pasado) y dónde nos encontramos (el
presente), sino sistemáticos ejercicios de prospectiva que nos alerten acerca
de las nuevas tipologías que surgen dentro de este mercado. Ahí están, por
poner algunos ejemplos, los nómadas digitales seniors (con connotaciones laborales/empresariales o sin ellas), los hoteles como casas de retiro en lugar de las tradicionales residencias
de ancianos, los híbridos turismo-salud, el fenómeno del “senior living” (co-housing, co-living, senior living resorts)
e incluso los destinos “age-friendly” (de los que ya existen distintivos en países
como Francia y España).
3.-La gobernanza turística:
un sistema de gobernanza capaz de formular y ejecutar eficazmente el referido
plan, con su correspondiente modelo de negocio.
Más allá de
circunstancias coyunturales que puedan favorecer la capacidad de atracción de
turistas seniors en temporada baja (como ahora en invierno con la crisis energética
y la llamada a este tipo de público del norte de Europa con tiempo y recursos
económicos para una estancia larga en las zonas más templadas y cálidas del sur),
la gobernanza turística es clave para dar continuidad al conjunto de acciones
encaminadas a este fin. Una gobernanza soportada en los pilares de la seguridad
(sanitaria y no sólo), la sostenibilidad (en su triple vertiente ambiental,
social y económica) y la inteligencia competitiva (toma de decisiones basada en
datos), así como en órganos gestores que incluyan a las comunidades
locales como un actor decisivo y decisorio más, junto a las Administraciones públicas
y las organizaciones empresariales, para prevenir o combatir la turismofobia y generar turismofilia.
Una gobernanza que preserve
la autenticidad del destino y promueva su diferenciación, colocando el valor de la experiencia por encima del precio a la hora de competir.
Un desafío difícil de
encarar, como se expresaba al principio de este post, pero no imposible.
(Post nº 430 en este blog)
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