En la primera de estas cartas ya me referí a la evolución del número de habitantes de la ciudad de Huelva, “que, tal y como nos dice el INE, no para de decrecer desde 2010 -cuando se rozó la cifra de los 150.000 habitantes-, situándose en 2022 a un nivel que ya teníamos en 1990)”. Y a que alguna reflexión, así como propuestas fundamentadas (sin necesidad de que sean originales, pioneras, referentes u otro calificativo tan rimbombante como vacuo que tanto suele gustar por estos lares), debería merecer este hecho por parte de los candidatos/as a la alcaldía. Tomando los últimos quince años, dicha evolución se puede observar en el gráfico siguiente, que se resume en una pérdida de 6.173 habitantes, es decir, del 4,2%:
Explicar este declive poblacional recurriendo a una adversa, y generalizada, evolución demográfica es una falacia. Aunque el crecimiento vegetativo de la población (nacimientos menos defunciones) en el municipio de Huelva viene siendo negativo desde 2016 (-948 en el sexenio 2016-2021), en el conjunto de los últimos quince años en los que estas cifras están disponibles (2007-2021) el saldo ha sido bastante positivo, en concreto 3.262 nacimientos más que defunciones. Por tanto, pese a este crecimiento natural positivo, la población total siguió cayendo. Para explicarlo, los datos del Censo Electoral de Residentes en el Extranjero (tomados a 1 de enero de cada año), también del INE, son reveladores. Tomando nuevamente los quince últimos años disponibles, en este caso entre el 1 de enero de 2023 y el 1 de enero de 2009, el número de españoles mayores de 18 años que residen habitualmente en el extranjero o han trasladado al extranjero su residencia habitual con municipio de origen en Huelva, aumentó en 1.438 personas. En total, 3.038 onubenses mayores de edad tienen a efectos electorales la condición de emigrantes.
A pesar del aumento de la inmigración (respecto a 2008, en 2022 residían en Huelva capital 1.120 personas más nacidas en el extranjero) y un crecimiento vegetativo o natural positivo (aunque con una evolución contraria en los últimos seis años), ha crecido la emigración y la población total disminuye. Saquen ustedes sus propias conclusiones y, si es posible, conéctenlas con el modelo de ciudad, de desarrollo económico y la generación de oportunidades de empleo que nos deben proponer cada una de las formaciones políticas que se presentan a los inminentes comicios electorales para que, supuestamente, podamos depositar nuestro voto de forma reflexiva. Eludo las casi eternas carencias de infraestructuras de transporte y comunicaciones, por no estar en la esfera competencial de las administraciones locales y porque no pueden convertirse en una excusa para la parálisis.
Completaré este post con una referencia específica al centro de la ciudad y algunos de los datos (tomados del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía) que lo caracterizan. Cualquiera de los distritos de la capital merecería que se pusiera el foco en él, pero permítanme que en esta ocasión lo haga en éste, aunque sólo sea parcialmente.
En términos de población, nos encontramos con un centro con una tendencia regresiva, que el gráfico siguiente deja en evidencia: