Hace pocas fechas escribía acerca de la recuperación económica de la ciudad de Huelva y sus dificultades (ver posts
377 y
378 de este blog). No veo nada que apunte a la "ebullición" a la que su máximo responsable político aludió en algún momento no muy lejano. Quizás lo que nos pueda tocar en gracia en el reparto del "maná" de los fondos europeos pueda aliviar temporalmente su atonía.
Y no es por la pandemia, aunque ésta lo haya complicado todo. La ciudad de Huelva, básicamente, sigue estando donde ha estado desde que tengo uso de razón: anclada a un modelo económico de hace 50 años, venido a menos y con una dependencia casi total de las inversiones de la Autoridad Portuaria. No ha sido capaz de evolucionar aunque fuera acompañando la dinámica del conjunto de la provincia, con sectores pujantes como el agroalimentario y el turístico. Y eso se nota, por ejemplo en su evolución demográfica, con una pérdida de 5.473 habitantes en la última década, es decir, entre el 1 de enero de 2020 y el 1 de enero de 2010 (INE).
Es una ciudad que necesita como el comer de nuevos atractivos para impulsar una diversificación económica imprescindible. Y uno de los principales catalizadores de esa nueva economía es (o era, ya no estamos seguros) el proyecto de un gran Museo Arqueológico. La palabra proyecto en esta ciudad y provincia es sinónimo de desconfianza, de no creerlo hasta verlo culminado. Son ya demasiados los que se anunciaron a bombo y platillo y nunca se hicieron realidad. A un buen amigo le escuché en cierta ocasión que sólo con las maquetas de esos proyectos podría hacerse un bonito y original museo: el de lo que pudo ser y no fue, el de las promesas incumplidas...Mejor que destruirlas se les podría dar un uso a los recursos públicos dilapidados en mera propaganda electoralista. Y supongo que no sería difícil buscarles acomodo en algún edificio noble, aunque no fuera el del antiguo Banco de España.
Quien escribe es un ciudadano común, uno de tantos onubenses que desconoce la gestación y entresijos de este proyecto museístico. Pero sí sabe, por los medios de comunicación social, que quienes estaban entonces al mando en la Junta de Andalucía fecharon la apertura del mismo para el segundo semestre de 2021, "tras una inversión global, desde la compra del edificio a la culminación del proyecto, superior a los 12 millones de euros". Ya hace tiempo que era evidente que tal calendario no se cumpliría, pero en julio del año pasado la Administración autonómica actual nos participó, como consecuencia del parón ocasionado por el hallazgo de unos valiosos restos arqueológicos en dicho edificio, que las obras se retomarían con "un proyecto que mejorará el inicial". Al respecto de ese nuevo proyecto, en abril de este mismo año fuimos conocedores de que la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico sacaba a licitación la "redacción del proyecto básico y de ejecución y estudio de seguridad y salud de las obras de terminación de la rehabilitación de la antigua sede del Banco de España de Huelva", como paso fundamental, se afirmaba, en el avance de las obras.
Y por acabar esta cronología de forma breve, en estos últimos días de canícula nuestras esperanzas al respecto se han visto achicharradas, no ya por el inclemente tiempo meteorológico, sino porque ahora nos dicen que, como consecuencia de la aparición de los referidos restos, el pretendido museo no cabe en tal edificio, que se ha quedado pequeño y no tiene capacidad para albergar el proyecto inicial, aunque al mismo tiempo, por boca del delegado territorial de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta en Huelva, también se nos dice que “no había proyecto original, sino una idea. Un museo parte de un proyecto museístico previo y no coger un espacio, hacer una obra y ahora veo qué meto”. Por tanto, concluye que “desde un principio nació viciado. Se decidió tirar hacia adelante porque llegaban los momentos que llegaban" (las elecciones, claro). Ahora le echan la patata caliente al Ministerio de Cultura y al informe de sus técnicos. En suma, todo está en el aire.
No sé qué responsabilidades pueda haber en quienes estaban al frente de todo esto antes y quienes lo están ahora, pero sí sé que esta secuencia de hechos, y el cambio súbito con el que culmina, no se entiende. Hay contradicciones evidentes que nos suenan a más de lo mismo. Otra herida en la dignidad de los onubenses: o hurgar en el dolor de una herida que lleva abierta demasiado tiempo, como queramos verlo. El resultado es el descrédito: de momento, se vuelve a sumar a los muchos edificios que desde hace tantos años siguen acumulando ruina en la ciudad.
Qué desastre, señoras/es gobernantes, los de antes y los de ahora. Al menos explíquennoslo bien, con sinceridad y sin ambages, los unos y los otros: es lo menos que los ciudadanos, a quienes ustedes se deben, nos merecemos, desde un simple ejercicio de respeto.
También sé que Huelva sufre un flagrante déficit de oferta museística de alto impacto. Un museo arqueológico tiene sentido, por el valioso patrimonio que permanece bajo tierra sin ser puesto en valor; como también lo tiene un museo americanista, por razones históricas obvias: ahí está la idea y las gestiones realizadas por la Asociación Huelva-Nueva York con el museo Whitney. El fiasco, esperemos que no definitivo, del primero, da mayor vigencia aún al segundo. El problema es que todo se alarga y se alarga, mientras la ciudad languidece sin jugar el papel de motor generador de oportunidades que a toda capital de provincia se le supone. La indignación sí que está en ebullición. También la desesperanza: ¿a quien importa?
(Post nº 384 en este blog)
En efecto Alfonso como bien apuntas, nuestra ciudad se va languideciendo lentamente y ese supuesto vigor que se nos vende, no deja de ser cantos de sirena. Una vez más y ya van muchas, nos quedamos atrás en el desarrollo cultural de Huelva. Alguna vez (digo yo) nos hartaremos y reivindicaremos esa dignidad que apuntas como ciudadanos y si no es así, pues tendremos lo que nos merecemos.
ResponderEliminarGracias Fede. Aquí parece que mientras los bares funcionen, haya fútbol a tutiplen y fiestas y festejos varios para distraer al personal, lo demás es secundario. Si la gente sigue conformándose con eso y no quiere cambiar, entonces no hay nada que hacer. Como bien señalas, simplemente tendremos lo que nos merecemos.
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